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Consulta psicológica
POR LOS NIÑOS Yolanda Hurtado
yolandah352@hotmail.com
E n esta columna respondo las consultas de dos personas: la primera es sobre una situación laboral y la otra sobre cómo controlar impulsos.
1. Soy madre soltera, y cuando volví a mi trabajo tras la incapacidad de maternidad, la encargada de recursos humanos me comunicó que por “reorganización”, prescindían de mis servicios. Honestamente, sentí que era despedida por mi maternidad, no por otras razones. R/ En algunas empresas esta es, efectivamente, una práctica nefasta contra las mujeres y su maternidad.
Lo penoso es que detrás de una sociedad que legitimiza dichas prácticas hay dobles discursos y, a veces, los mismos que despiden a las mujeres madres, se pronuncian “a favor” de las familias. Le invito a consultar su caso en la Defensoría de la Mujer en el departamento legal. Las mujeres madres y con ellas, sus hijos e hijas, merecen todo respeto.
2. Muchas veces me siento estresado por mil motivos, pero me preocupa porque de pronto me descubro impaciente, gritándole a mis hijos o jalándoles una oreja. ¿cómo puedo controlar mis impulsos?
R/ La vida moderna, en todos sus ámbitos, tiene episodios de mucho estrés. La esencia no es no tenerlo, sino saber manejarlo para no permitirnos morir de estrés.
Sus conductas hacia sus hijos son claras manifestaciones de que en usted está pasando algo serio.
Usted le llama estrés, ¿será sólo eso? Estar irritables, poco tolerantes son ya signos de alarma significativos. Gritar o “hablar fuerte”, jalar una oreja, dicen algunas personas, son claras manifestaciones de violencia. Jamás olvide que la violencia es ejercicio del poder y los niños y niñas sólo son personas pequeñas, pero son completas, están entendiendo, captando.
Una agresión verbal, física, sexual o patrimonial, marca para siempre la vida de los niños. Ellos tienen derecho a ser respetados integralmente, eso incluye sus cuerpos, inclusos sus orejas.
Por favor, busque ayuda profesional, usted es claramente una persona ofensora. Bien decía Luis Amigó que es “más sabio prevenir que curar”.
La posición de indefensión de los niños no autoriza a ningún adulto a maltratarlos. Y eso incluye a los papás y a las mamás.
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