Miércoles 24 de noviembre, 2004. San José, Costa Rica.


Luis Miguel en concierto... Luis Miguel en concierto... Luis Miguel en concierto... Luis Miguel en concierto...

Campeonato Nacional 2004-2005


 

Imágenes del concierto...

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Sin límites
Gerardo Mora regresó a la universidad a terminar su carrera de música, en medio de alumnos jóvenes que lo han aceptado, junto a Basil, como uno más del grupo.
Manuel VEGA/Al Día

Con el corazón también se ve

Gerardo Mora, el no vidente que ganó en La Sala IV

Mónica UMAÑA D.

Una calle transitada y los pasillos de la Universidad de Costa Rica serían un laberinto para cualquier no vidente. Sin embargo Gerardo Mora dice que los conoce como la palma de su mano.

Es lunes 22 de noviembre. Sale de clases a las 11:00 a.m. Cruza la calle principal para comprar unos discos y se monta en un taxi que lo lleva hasta la rotonda de las Garantías Sociales, en Zapote.

Le ayuda su perro lazarillo Basil. Un labrador que lo acompaña a todo lado, incluso durante clases. Gerardo y Basil acaban de ganar un pleito, en la Sala Constitucional, a un restaurante que se negaba a recibirlos.

Y es que muchas de las limitantes que tienen los no videntes están ausentes en este hombre, de 41 años. Está terminando su carrera de música en la Universidad de Costa Rica (UCR), toca el acordeón y el órgano en restaurantes, y además tiene la capacidad de reír y hacer reír a la gente, con una naturalidad poco común.

Es radioaficionado, gana los juegos de su computadora en seis segundos y tiene dos años de haberse casado por segunda vez.

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Costumbre
Basil y Gerardo Mora llevaron entrenamiento juntos en Michigan, Estados Unidos, en la academia de entrenamiento “Leader Dog”.
Manuel VEGA/Al Día

“Lo malo de ser ciego es que mucha gente relaciona la discapacidad con la ignorancia, la gente cree que porque uno no ve es estúpido”, dice firme, convincente, molesto.

“¿Lo mejor de ser ciego?, ¡todo lo demás!, por ejemplo, el saber que mi esposa me quiere por lo que soy”, agrega con más firmeza y muchas sonrisas.

Piano y acordeón

Gerardo recientemente regresó a terminar su carrera de música. Cuando me encuentro con él, el lunes en la Facultad de Artes Musicales, está sentado al piano, en su clase de armonía, toca mientras llega el profesor, rodeado de veinteañeros que podrían ser sus hijos.

Basil estaba a su lado, esperando órdenes. Ambos tuvieron su primer contacto en Michigan, Estados Unidos, hace tres años y medio, cuando llevaron un entrenamiento. Gerardo es ciego debido a un glaucoma congénito.

“Mis compañeros se han adaptado muy bien, me aceptaron perfectamente”, reconoce el músico, quien se integra como uno más a la clase del profesor Norman Calderón, hace quices, tareas, exámenes, y ahora espera hacer su última prueba la próxima semana, antes de recibir el promedio de fin de curso.

Marca números en su celular con la fácilidad con que resuelve mentalmente los problemas que el profesor escribe en la pizarra, todo con una normalidad absoluta.

En nuestro país solo existen 18 perros guía como Basil, graduados de la escuela de entrenamiento “Leader Dog”.

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Ayuda
El perro guía Basil ayuda a su dueño, Gerardo Mora, a cruzar la calle principal de Zapote.
Manuel VEGA/Al Día

Recientemente Gerardo ganó un recurso de amparo que interpuso contra el restaurante La Princesa Marina, adonde no lo dejaron entrar con su lazarillo.

Sin impedimentos

Cuando sale de clases su vida sigue siendo normal, hace mandados en bus o en taxi, camina por las calles de Zapote, donde vive, y su perro lo lleva hasta el semáforo peatonal, para cruzar las vías.

Ya en su casa, hace una demostración de su agilidad con la música, bailando sus dedos por el acordeón.

Una de las frases más conocidas de la estadounidense Hellen Keller, es una lección para muchos que, con los cinco sentidos intactos, se quejan.

“Las cosas más bellas y mejores en el mundo, no pueden verse ni tocarse... pero se sienten en el corazón”, dijo Keller, ciega y sorda, que murió a los 88 años.

Sin ir tan lejos, aquí tenemos personas que como Gerardo, viven en la oscuridad, pero eso no les impide ver la vida de colores.

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