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Perspectivas
Heridas abiertas Mónica Gómez Robleto
La condena impuesta, este lunes, al asesino de Kattia Vanessa me dejó un sabor amargo en la boca, pues, aunque se hizo justicia, ello nunca devolverá a sus padres esa vida que les fue arrebatada con alevosía, según aseguraron los jueces en su sentencia.
No se muere mientras exista el recuerdo, dicen las abuelitas, pero qué duro es para una madre pasar por la puerta de la habitación de su hija, ver sus cosas, y no poder disfrutar de sus sonrisas, abrazos y cariño. Eso es cruel.
Tan cruel como la revelación durante el juicio de que el asesino se ofreció a pegar volantes y a colaborar en la búsqueda de Kattia, cuando tenía la certeza de que la niña, de ocho años, nunca aparecería, pues él había terminado con su vida.
¡Qué entrañas! Los jueces consideraron que el homicida actuó con un “alto grado de cinismo”.
La inocencia quedó desgarrada por el anhelo de tener una mascota, tal como corroboraron dos vecinitos de Kattia Vanesa.
Admiro la fortaleza y ecuanimidad de doña Olga Juárez y de don Kéller González, por la madurez con que han llevado esta pena, y su férrea voluntad de no olvidar a su pequeña.
“Ni cien años de cárcel me van a devolver la tranquilidad y todas las lágrimas que he derramado”, afirmó doña Olga.
En las últimas dos semanas revivieron el dolor de haber perdido a su primogénita, una herida sin sanar que se abrió de nuevo.
Igual sinsabor deben haber vivido los padres de Sonia Lizeth, al constatar que el asesino de su hija quedó libre, y que podría seguir haciendo daño. Su expediente criminal asusta y no es para menos, pues incluye abusos y un intento de violación contra menores de edad.
¡Qué miedo! Cuántos criminales iguales o parecidos andarán sueltos en nuestros barrios, pues, siendo menores, cometieron crímenes y luego les permitieron salir. El ministro de Seguridad Pública, Rogelio Ramos, informó en ese mismo juicio que indagaron a 24 abusadores en la capital.
Algunos de ellos también tienen antecedentes y les tienen el ojo puesto. Ojalá que no sea necesaria otra desgracia para que las autoridades actúen a tiempo.
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