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Archivo/Grupo NaciónAl Día
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Mente Sana
Falsa comodidad Erick Quesada equesadar@racsa.co.cr
La “zona de comodidad” es el conjunto de actividades que realizamos en nuestra vida cotidiana y que nos producen tranquilidad y seguridad. Incluye formas de pensar, sentir y actuar “cómodas”; abarca todas las áreas de nuestra vida: trabajo, familia, estudios y diversión, entre otras.
Aunque resulte placentero estar en ella, podría convertirnos, sin darnos cuenta, en personas rutinarias, conformistas, inseguras y muy parecidas a la mayoría. Permanecer demasiado tiempo en esa “zona”, hace que nos acostumbremos a ella y que cuando queramos realizar algún cambio en nuestra vida renunciemos antes de iniciar un proceso que podría generarnos múltiples ganancias.
Por ejemplo, hacer nuevas amistades, aumentar la confianza en uno mismo, adquirir nuevos conocimientos, desarrollar diversas habilidades y vivir experiencias enriquecedoras; es decir, crecer como personas o alcanzar mayores niveles de éxito en lo que hacemos.
Por lo general, esta “comodidad” esconde un temor a crecer, a tomar riesgos y a enfrentar miedos e inseguridades. Nos defendemos diciendo cosas como “así estoy bien, no necesito complicarme la vida”.
La “comodidad” tiene un precio. Las personas tenemos la necesidad de crecer, superarnos, ampliar nuestros horizontes, aprender y explotar nuestras habilidades. La “zona de comodidad” es un estado de inmovilidad, de no crecimiento, por lo que, difícilmente, una persona en esta condición podrá sentirse realmente viva y ejercer pleno control sobre su vida.
Aunque suene contradictorio, el verdadero equilibrio personal se alcanza mediante el cambio permanente que implica la búsqueda de la superación personal.
Una sensación sana de comodidad es aquella que se deriva del acto de crecer y mejorar mientras logramos los objetivos que nos hemos propuesto en nuestro proyecto de vida.
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