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Las cogidas de café en Naranjo aumentarán, durante este mes y noviembre, el número de indocumentados que tratarán de ingresar a nuestro país, según afirman las autoridades.
Luis Ángel FLORES/Al DíaAl Día
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Avalancha de indocumentados Luis Ángel FLORES, corresponsal
Los Chiles.- Las autoridades de Migración y de la Fuerza Pública detuvieron, entre el jueves y el viernes, a 135 nicaragüenses indocumentados, en distintos puntos de la línea fronteriza, y el sábado, en la madrugada, a 42 más que viajaban en un camión.
Fuentes oficiales informaron que el aumento en el ingreso de indocumentados se debe a la proximidad de la recolección de café en Naranjo.
Según comentó Dimas Beteta, oficial de Migración en Los Chiles, el trabajo de esa dependencia se saturará durante este mes y noviembre, pues muchas familias tratarán de cruzar la frontera en busca de mejorar sus condiciones de vida.
“Por lo general, las familias buscan refugio en nuestro país, sobre todo en las zonas cafetaleras, principalmente la de Naranjo. A estas personas las regresamos a su país, en una lancha alquilada, hasta San Carlos de Nicaragua, sin que paguen su pasaje”, dijo el funcionario.
Beteta agregó que la Oficina de Migración no cuenta con transporte fluvial ni terrestre, por lo que se ven obligados a pagar el alquiler de vehículos para trasladar a los detenidos. Buscan futuroEl nicaragüense Sergio Rugama, padre de 7 hijos, todos menores de edad, trató de cruzar la frontera, pero sus esperanzas se convirtieron en llanto al saber que debía regresar a su tierra natal, donde su familia vive en la extrema pobreza.
“Para mí es muy difícil enviar a mis hijos a la escuela en Nicaragua. Durante muchos años, ellos ni siquiera han sabido qué es estrenar un regalo en Navidad. El año pasado, me fue muy bien en Costa Rica, porque conseguí trabajo en Naranjo, y pude comprar cosas a mis niños y llevar dinero a mis padres”, comentó Rugama.
María Castellón, también nicaragüense, madre soltera de 7 hijos, fue otra de las personas detenidas.
“Quise llegar hasta Naranjo. Un vecino en Nicaragua me dijo que los trabajos son bien pagados en Costa Rica. Sin embargo, ahora tendré que regresar a mi tierra, y allí sufriré con mi familia”, dijo entre lágrimas doña María.
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