Martes 12 de octubre, 2004. San José, Costa Rica.


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“Supermán” arma carrera para ir a “luchar por la justicia” en una escena del filme de 1978.
AFP/Al Día

El héroe voló

Christopher Reeve murió el domingo a los 52 años

Ovidio MUÑOZ y agencia AFP

Hay luto en el salón de la justicia.

Supermán, conocido en la Tierra como Christopher Reeve, falleció el domingo.

Cuando pensábamos que solo la criptonita verde lograría doblegarlo vino una falla cardíaca y lo venció.

En realidad, su drama había empezado en Virginia (Estados Unidos) en mayo de 1995, cuando cayó de un caballo mientras competía.

Fue como una broma pesada del destino porque poquísimo tiempo antes había hecho el papel de un policía al que un balazo en la columna dejaba paralizado.

La película pasó por televisión una semana antes de que cayera del caballo en marcha y para construir el personaje había visitado un hospital donde vio de cerca la lucha de muchos pacientes por superar las barreras a las cuales se enfrentaría durante casi diez años.

Además:

  • Su huella
  • Un mal común
  • En una entrevista dijo: “Pasando un par de días en la unidad de traumatología de columna se puede ver cuán fácil puede ocurrir. Uno piensa, ¡Dios, puede pasarle a cualquiera!”

    Podía pasarle a cualquiera. Y le pasó a él.

    Al combate

    Fue un milagro que no muriera. La caída tenía todo para ser fatal: “le rompió dos vértebras cervicales y le dañó la espina dorsal. Quedó paralizado a tal punto que solo podía respirar con asistencia de aparatos”, informó ayer la agencia de noticias AFP.

    Entonces vino la conversión en héroe real. Se enfrentó a la tetraplejia – parálisis de las cuatro extremidades – con lo mejor de sus fuerzas humanas. Así comenzó la lucha verdadera de este hombre, nacido primero en Nueva York –el 25 de setiembre de 1952– y luego en Criptón, como vimos en el cine.

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    La batalla duró nueve años, pero a los 52 años, Supermán desarrolló una

    infección que empezó –dice la AFP– en sus escaras (las partes del cuerpo afectadas por la pérdida de vitalidad), mal común entre quienes padecen parálisis.

    La formación de Reeve como actor empezó en la Universidad de Cornell y en Julliard. Su debut no pudo haber sido mejor. En 1976 se estrenó en el teatro, en Broadway, junro a la gran Katharine Hepburn en una obra llamada “A Matter of Gravity”.

    Después vinieron otras obras y algunos programas de televisión, pero esos quizás nadie los recuderde. El vuelo a la fama fue en 1978, con Supermán.

    Ganar el papel no fue sencillo: debió competir con 200 actores a los que productores del filme también consideraron.

    Una vez explicó porqué creía que lo escogieron a él. “El papel me llegó porque (...) tengo la apariencia. Es 90 por ciento apariencia. Si no me pareciera al tipo de la historieta, no estaría aquí. El otro 10 por ciento en talento para actuar”.

    Al primer “Supermán”, éxito de taquilla, le siguieron otros tres, todos filmes de culto para los fanáticos.

    Por los demás

    Reeve se casó dos veces. Primero con Gae Exton, con quien tuvo a Matthew y Alexandra: después con la actriz Dana Reeve, madre de Will.

    Después de su caída siguió adelante, incluso como director. Hasta protagonizó una versión para tele de la “La ventana indiscreta”, de Alfred Hitchcock, gracias a la cual ganó el premio Screen Actors Guild.

    Su dolorosa realidad lo acercó a otros como él. A través de organizaciones de beneficencia que fundó y dirigió, apoyó la investigación de tratamientos y curas para lesiones en la columna vertebral y otros problemas del sistema nervioso central.

    Dice la AFP que, con frecuencia, se le veía en diversos sitios juntando fondos para investigaciones sobre varias enfermedades y dando testimonios desde su silla de ruedas. Hacía todo eso a pesar de su salud deteriorada.

    Desde este domingo, el mítico traje azul con capa roja está vacante. ¿Habrá alguien capaz de ocuparlo?


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    “Si no me pareciera al tipo de la historieta, no estaría aquí”, dijo el actor en una entrevista.
    AP/Al Día

    Su huella

    Christopher Reeve trabajó en el cine y la televisión.

    CINE

    Gray Lady Down, 1978

    Supermán, 1978

    Supermán II, 1980

    Somewhere in Time, 1980

    Deathtrap, 1982

    Monsignor, 1982

    Supermán III, 1983

    The Bostonians, 1984

    El aviador, 1985

    Calle inteligente, 1987

    Supermán IV, 1987

    Switching Channels, 1988

    Noises Off, 1992

    The Remains of the Day, 1993

    Speechless, 1994

    Village of the Damned, 1995

    A Step Toward Tomorrow, 1996

    TELEVISION

    Love of Life, 1974-76

    The Muppets Go Hollywood, 1979

    I Love Liberty, 1982

    Anna Karenina, 1985

    Great Escape II: The Untold Story, 1988

    The Rose and the Jackal, 1990

    Bump in the Night, 1991

    Death Dreams, 1991

    Nightmare in Daylight, 1992

    The Sea Wolf, 1993

    Above Suspicion, 1995

    Black Fox, 1995

    Black Fox: The Price of Peace, 1995

    Black Fox: Good Men and Bad, 1995

    Without Pity, 1996

    In the Gloaming, 1997 (director)

    Rear Window, 1998

    Christopher Reeve: A Celebration of Hope, 1998

    Smallville, 2003-2004

    The Brooke Ellison Story, 2004 (director)


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    En 1996, Reeve recibió el premio al valor nacional por sus servicios a personas con discapacidad.
    AP/Al Día

    Un mal común

    AP. Christopher Reeve contaba con un excelente cuidado médico, pero vivió aproximadamente el mismo tiempo que vive la mayoría de las personas que sufren de lesiones en la columna vertebral, y sucumbió ante la muerte de la misma manera en que usualmente les ocurre: a causa de una infección.

    Las lesiones a la espina dorsal reducen la vida de quienes las sufren, a menudo porque están todo el tiempo en sillas de ruedas y se les forman escaras (partes del cuerpo afectadas por la pérdida de vitalidad) que pueden infectarse.

    “En el caso de los cuadrapléjicos, existe además el peligro de frecuentes infecciones de las vías urinarias y en las vías respiratorias por las sondas que proveen respiración artificial”, dijo el doctor David Apple, otrora presidente de la Asociación de Lesiones Dorsales y director del Centro Shepherd, un hospital especializado en pacientes con lesiones de la columna vertebral y el cerebro, de Atlanta.

    Para curar las escaras, los pacientes tienen que ser hospitalizados y ser sometidos a una operación para extirparle la piel dañada y reemplazarla con una nueva piel. Tienen que pasar de 6 a 12 semanas hasta que gradualmente puedan volver a sentarse y reanudar sus actividades.

    “La alternativa es tratarlos con antibióticos, pero a menudo los pacientes con lesiones dorsales pueden adquirir bacterias resistentes que ni siquiera las nuevas drogas pueden curar”, señaló Apple.

    “Y una vez que una infección ingresa al sistema sanguíneo, se produce una septicemia que es difícil de atacar con medicina”, destacó.

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