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Como acostumbra, el cantante llegó con mucha discreción. AFP/Al Día
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Ya llegó “Luismi” Gabriela SOLANO gsolano@aldia.co.cr
Luis Miguel ya está en tierra tica. El intérprete arribó el domingo por la noche en un vuelo privado procedente de Guatemala y en este momento se encuentra descansando.
El cantante podría encontrarse alojado en el hotel Marriot, en San Antonio de Belén. Sin embargo, ese es un dato que las compañías promotoras se reservan.
La cuenta regresiva ahora sí está en marcha y en cuestión de horas sus fanáticos lo verán en vivo y a todo color en el concierto que dará mañana a las 8 p.m. en el estadio Ricardo Saprissa, en Tibás.
Las puertas del recinto se abrirán a las 5 p.m., y en cuanto el público ingrese se le pondrá un sello especial en su muñeca que indicará la zona en la cual deben ubicarse de acuerdo con la entrada adquirida.
Esta medida se toma para evitar que las personas intenten cambiarse de un lugar.
Dentro del estadio habrá una zona donde se venderán comidas rápidas y bebidas.
Habrá 15 cabañas sanitarias en la zona preferencial numerada 1, y 10 cabañas en la preferencial numerada 2. Los baños del estadio también se pondrán a disposición del público.
La seguridad de los asistentes estará a cargo de 120 personas de la empresa de seguridad Enforcer Security, habrá 12 unidades de la Cruz Roja y 70 personas entre médicos, paramédicos y asistentes, para atender cualquier emergencia que se presente, aseguró Lucía Alvarado, de la empresa Imagen y Comunicación Creativa.
Domingo romántico
San Salvador/ ACAN-EFE. Miles de salvadoreños vivieron, el domingo, una romántica noche transportados por la voz de Luis Miguel.
El concierto fue en el estadio nacional “Jorge Mágico González”, en San Salvador, completamente abarrotado.
Luis Miguel, de 34 años, supo mantener el entusiasmo del público, calculado en más de 15 mil personas, que se comportó bien durante todo el evento y cantó con él y le recompensó con prolongados aplausos.
Sin embargo, hubo admiradoras más atrevidas en las primeras filas que le lanzaron algunas toallas para que se secara el sudor e incluso algunas prendas íntimas.
El escenario deslumbró no solo por los juegos de luces que cambiaban estratégicamente de color, sino por las tres pantallas gigantes, ubicadas en la parte central del escenario, que permitían seguir todos los movimientos del cantante desde los sitios más alejados, así como por otras dos pantallas laterales.
La magia terminó en forma abrupta cuando –tras hora y media de espectáculo– el cantante se cambió de camisa y salió a interpretar la que sería su última canción, pero que el público esperaba que fuera la primera de al menos otra media hora.
La gente fue tan sorprendida con la salida del mexicano del estadio, en pocos minutos y en un vehículo blindado, que se mantuvo sentada durante un rato, pero luego comenzó a abandonar el lugar.
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