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Otra oportunidad Lo vivido el sábado anterior, en la urbanización Madeiros de Desamparados, es una oportunidad para agradecer y acercarse a Dios, dijo ayer a Al Día, a las 2:15 p.m., el taxista Gustavo Cordero Chacón, a quien se le protege su identidad. Herbert ARLEY/Al Día
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“No puedo dormir, aún lo veo sobre mí”
Taxista relató cómo sobrevivió a ejecución de panameño Álvaro SÁNCHEZ CÓRDOBA alvarosanchez@aldia.co.cr
“Él se tiró encima mío y le seguían disparando. Yo sentí cuando brincaba después de cada balazo. No he podido dormir desde el sábado, aún lo veo. Dios me dio otra oportunidad de vivir y quiero acercarme a él”.
Gustavo Cordero tiene 45 años, es taxista desde hace 4 y fue trailero para la Refinadora Costarricense de Petróleo (RECOPE) durante más 18 años.
Está asustado, temeroso, irradia desconfianza y su casa, desde el sábado, se convirtió en su prisión y la de sus hijos.
Ese día, a las 7:15 p.m., fue testigo de cómo desconocidos ejecutaron con ocho disparos al panameño Richard Lozano, en la urbanización Madeiro de Desamparados.
Lozano viajaba com un amigo, Warren Mora, quien estaba en el asiento trasero y logró evitar ser lastimado tras tirarse al piso del taxi.
“Cuando él estaba sobre mí, yo escuchaba más disparos y veía como brincaba sobre mi pecho. A mí solo me dio una bala en el muslo. Una de ellas dio en el extintor del carro y se llenó de humo, creo que eso nos salvó al otro muchacho y a mí”, relató ayer Cordero, en su casa.
Por razones de seguridad, no damos a conocer el rostro de Cordero por razones de seguridad. Un servicio trágicoCordero, quien tiene cuatro hijos y es casado, recogió a tres jóvenes el sábado a las 6:15 a.m. cerca del Centro Comercial El Pueblo, en Calle Blancos.
“Uno me dijo que se quedaba en el centro de San José, los otros dos continuaban hasta Desamparados. El que iba atrás le dijo a su compañero que se iba a dormir y que lo despertaran cuando llegaban.
El panameño iba hablando conmigo. Me comentó que estaban bailando en un bar ahí en El Pueblo y que necesita ir a traer a su esposa en la tarde, pues llegaba de un paseo donde estuvo como 15 días.
Yo no los conocía, pero no me parecían malas personas, jóvenes normales. Él solo habló conmigo de que iba cansado y que estuvieron en ese bar”, dijo el taxista ayer a las 2:15 p.m. en un lugar del sur de San José.
“Al llegar al cementerio de Desamparados, me indicaron que iban a la Madeiros. Ya en ese lugar me indicaron cuál era la casa y me pidieron que los dejaras en frente.
El panameño me preguntó cuánto debían, en ese momento, abrió la puerta puso un pie en el suelo y de la nada salieron unas personas y empezaron a disparar.
Le dieron dos veces y cuando se me tiró encima”, añadió el taxista.
Según el mismo Cordero, al taxi le contabilizaron 34 disparos. “No los vi”Nadie supo de dónde aparecieron, cuántos eran, no mucho menos la razón de matar a este panameño, al menos para los vecinos de la urbanización Madeiros, en Desamparados.
Vecinos de ese lugar indicaron que Lozano (el panameño) era un hombre tranquilo, que no se metía con nadie.
“Yo lo conocía desde hace como un año y medio, cuando llegó aquí. Nunca lo vio en nada malo. Yo escuché dos balazos y después una ráfaga de disparos muy rápida”, dijo ayer una vecina que prefirió no ser identificada.
Al parecer, todo habría obedecido a una venganza o a un “ajusticiamiento”, porque el robo no fue el móvil del hecho.
Los desconocidos no se robaron el vehículo, ni despojaron a los ofendidos de sus pertenencias.
La policía presume que eran tres personas las que viajaban en un automóvil de cuatro puertas y cuya descripción aún no está confirmada. “Es otra oportunidad”“Dios me bendijo con darme otra oportunidad de vivir. Me salvé de milagro, porque él intercedió. Siempre he sido muy alejado de Dios, pero creo que esto es un llamado que él me ha hecho para que reconsidere muchas cosas”, comentó el taxista.
Aún no logra encontrar respuesta al por qué de la situación, pues solo estaba trabajando para llevar alimento a su casa.
Su jornada se inició a las 5 a.m. el sábado, un día normal de trabajo.
“Yo estaba trabajando honradamente, pero Dios le hace llamados a uno y esto, sin duda, es uno.
Salir solo con un balazo en la pierna, luego de ver a una persona que brinca encima por los balazos y siento como me su susurra en el oído, ya muriendo, es una escena que aún no puedo borrar de mi mente”, añadió.
El arreglo de su vehículo le costará al menos ¢600 mil, dijo, pues fueron muchos impactos.
“Tengo mucho miedo por mis hijos. Yo no quiero ni salir de mi casa por lo que pasó. Esto es una prueba que solo me hará acercarme a Dios”, recalcó Cordero.
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Asesinato Ríchard Lozano murió de cuatro balazos el sábado, a las 7:15 a.m., en la urbanización Madeiros de Desamparados. Su amigo Warren Mora (de blanco a la izquierda) se tiró al piso del taxi y sobrevivió al ataque. Róger BENAVIDES/Al Día
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Secuelas de un trabajo peligroso
Gustavo Cordero se levantó el sábado a las 4 a.m. para pasar un buen día de trabajo, una jornada normal.
“Uno sabe que está expuesto a muchas cosas, pero ver a una persona morir sobre uno es algo que da vueltas en mi mente y no me deja tranquilo”, dijo Cordero ayer a Al Día, en su casa.
Después de rendir su declaración ante el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), ese mismo día, Cordero convirtió esa vivienda en el refugio que lo mantiene tranquilo.
“No salgo de aquí, pues a ese muchacho lo mataron de una manera cruel. No sé si me buscarán a mí o no, pero no quiero ni salir. Mis hijos ahora también corren peligro y no puedo permitir que vivan así.
Ahora tengo que cerrar las puestas de mi casa y ser sumamente desconfiado cuando contesto el teléfono. Mi vida cambió totalmente después del sábado”, relató Cordero.
Tras observar como acribillaron al pasajero de su taxi, logró huir y pedir ayuda en un casa cercana.
“Cuando vi que ya no disparaban, me lo quité de encima y mi pierna estaba sangrando, tomé el teléfono celular y corrí a pedir a ayuda”, añadió. Sin sospechososUna fuente del OIJ confirmó que las pesquisas llevan a una muerte por ajusticiamiento del joven, pues la trayectoria de los disparos era el pasajero del taxi.
El chofer y la persona que viajaban atrás, Warren Mora, solo resultaron heridos a consecuencia de la ejecución del panameño.
Agentes del OIJ inspeccionaron ayer el taxi, para examinar los casquillos que quedaron dentro del automóvil. Además, inspeccionaron de nuevo el área donde ocurrió el homicidio.
Ayer se intentó conversar con Jorge Rojas, director de la policía judicial, pero no fue posible localizarlo. No apareceAl Día intentó conversar ayer con Mora, otro de los sobrevivientes y amigo del panameño acribillado, pero no se le pudo localizar.
Sus padres, quienes viven en Aserrí, aseguraron que no lo ven desde hace un mes que se fue de la casa y aparentemente vivía con el fallecido.
“Él se fue por algunas diferencias, supe lo que pasó pero no ha venido”, dijo el hombre, quien no quiso identificarse.
A Mora se le tomó declaración el sábado en el OIJ.
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