Jueves 21 de octubre, 2004. San José, Costa Rica.


Luis Miguel en concierto...

Campeonato Nacional 2004-2005


 

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Visión

TLC y combate a la corrupción

Anabel González

La mayoría de los costarricenses apoya el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos. Lo hacen porque consideran que es un instrumento que va a contribuir a generar oportunidades de crecimiento y desarrollo para nuestro país.

Como es natural en una democracia, existen también personas que se oponen a este acuerdo. Algunas de ellas expresan su crítica de manera seria y objetiva. Otras, sin embargo, se han dedicado a inventar una colección de argumentos que, sin tener ningún fundamento, buscan asustar a la población y así socavar el apoyo que el TLC recibe.

Ya conocemos lo que dicen: que el TLC va a destruir el Estado Social de Derecho en Costa Rica, que arruinará la agricultura, que atenta contra la soberanía, que impondrá las costumbres y forma de pensar de los estadounidenses, que nos hace perder la Isla del Coco, en fin, todo lo que se les ha podido ocurrir.

Sobre la base de lo que el propio TLC dice de verdad, se han ido rebatiendo cada uno de esos argumentos y, en estos momentos, muchos de ellos ni siquiera se han vuelto a escuchar.

Ahora, sin embargo, vienen con uno nuevo: que el TLC es sinónimo de corrupción. Aprovechándose de este momento tan duro que estamos viviendo en el país, en que, con estupor, indignación y dolor, descubrimos hasta dónde ha llegado el vicio de la corrupción en la función pública, quieren, al igual que antes, asustarnos.

Al igual que antes, sin embargo, tampoco lo lograrán esta vez, no solo porque el TLC no es sinónimo de corrupción, sino porque en su propio texto encontramos, más bien, que el TLC es un instrumento valioso para combatirla.

El TLC busca promover la competencia. Y, en general, donde hay competencia es más difícil que haya corrupción, porque las empresas están obligadas a eliminar todos aquellos costos que encarecen artificialmente su producto.

Más allá de eso, el TLC ayuda al combate de la corrupción de tres maneras muy concretas.

Primero. Sus reglas obligan al Gobierno a fundamentar sus decisiones, publicarlas, contar con mecanismos de revisión e impugnación, todo con el fin de promover la transparencia. Estas reglas son especialmente detalladas cuando se trata de las compras que hacen las instituciones públicas.

Segundo. Por primera vez en el mundo, el TLC tiene una sección específica contra la corrupción, porque la corrupción es, entre otras cosas, una barrera al comercio y al desarrollo, que hay que atacar. Por eso, cada país del TLC se obliga a sancionar, penal y civilmente, el soborno y la corrupción.

Tercero. El TLC elimina, al menos en parte, los monopolios del ICE y del INS, permitiendo que esos servicios sean prestados también por empresas privadas.

En esas condiciones, es menos factible que puedan cobrarse “premios”, como los que hemos visto en estos días, pues, al tener otras compañías de telecomunicaciones o seguros para escoger, los costarricenses podrían comparar precios y optar por irse a aquélla que no incluya en sus precios el costo de pagar “premios”.

Es claro que el TLC ayuda a combatir la corrupción. No permitamos que los oportunistas nos metan miedo, haciéndonos creer, sin ningún fundamento, lo contrario.

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