Viernes 3 de septiembre, 2004. San José, Costa Rica.



 

Perspectivas

La renuncia

Edgar Fonseca

El extravío de este gobierno es tal, que renuncian los ministros que no deben renunciar y se quedan los que no deben quedarse.

Permítaseme desenredar el trabalenguas.

La silla vacía en el Consejo de Gobierno debería ser hoy otra, menos la del Ministro de Hacienda, sacrificado para disfrute de las turbas; para disfrute de los caracistas, solisistas, cañistas, merinistas, albinistas, celimistas, corralistas; para disfrute de los traileros, taxistas piratas, motociclistas coyotes y hasta trotskistas. En fin, de toda esa enjundia de la Calle de la Amargura y otros solares, que amalgamada en el movimiento de salvación nacional... celebra hoy la rendición del enemigo.

¡Oh, lucha! La esencia de expresión de algunos de estos grupos la vimos en los desaforados que cerraban, delincuencialmente, todos los accesos a la Fuente de la Hispanidad, a vista y paciencia de las fuerzas de seguridad; que se dieron gusto impidiendo, en todo el país, el libre tránsito a miles de ciudadanos, trabajadores y estudiantes a instituciones, centros de trabajo y de estudio; que, insaciables, impidieron que las ambulancias cumplieran con emergencias, y arrastran sobre sus espaldas, al menos, una víctima mortal. Ése es el crisol de la lucha patria hoy...

¿Cuánto queda? Las concesiones gubernamentales, de nuevo de madrugada y al pie del cadalso, con las manos hacia atrás y sin capucha, pudieron ser evacuadas y decididas, por algunos ministros, desde muchas semanas atrás sin necesidad de haber expuesto al país al colapso. La negociación salarial y la posible flexibilización de la revisión técnica no ameritaban haber llevado a nuestra sociedad a tal desconcierto. Se impuso, desgraciadamente, la ineptitud política del Gobierno y la irresponsabilidad de los dirigentes gremiales, de su comparsa de politiqueros y de las turbas. Se impuso el chantaje y la arbitrariedad.

Contamos los días.

Sí, como me decía un preclaro amigo, los costarricenses contamos los días de aquí al cambio de Gobierno.

Al señor Presidente, con todo respeto, que los más sabios consejos, que son muchos y muy a su lado, le preserven e iluminen en el resto de su peregrinar.

Y a los ministros que deben irse: por favor, háganlo pronto, no dañen más al país.

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