Sábado 15 de enero, 2005. San José, Costa Rica.


Campeonato Nacional 2004-2005


 

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Perspectivas

¡Gracias, Haití!

Antonio Alfaro

Me alegra el empate inesperado, ridículo, desalentador o cómo quieran llamarlo, frente a la Selección de Haití. Quedó claro que no estamos en Alemania 2006, que no hemos cruzado el charco, que faltan 10 juegos eliminatorios y que, si jugamos así, solo lo veremos por televisión.

No sé qué tenemos los ticos, tan fácilmente tentados a caer en el menosprecio, a no dar todo cuando el reto por delante parece muy fácil. Y quizás era fácil, pero nuestra actitud lo hace difícil.

Le ha pasado a la Tricolor -no una vez, sino muchas-, pero no solo se trata de fútbol, sino de Tiquicia en general... por los siglos de los siglos... de usted y de mí.

Cuando nos vemos en riesgo, sacamos la cara, como en la Campaña del 56; cuando estamos al borde de la eliminación, ganamos tres partidos seguidos y empatamos en Honduras, todos encarnando al mismísimo soldado Juan.

Los jugadores más curtidos parecen irlo entendiendo o, al menos, eso creo al escuchar a Rolando Fonseca: "Está bueno, para poner los pies sobre la tierra", reconoció el goleador, la noche del miércoles. Años atrás, quizás hubiera dicho: "No hay problema, vamos por buen camino", como lo hizo, un minuto antes, uno de los más jóvenes de la Selección.

Claro que sí hay problema. Y más problema sería no reconocerlo.

Antes del juego, nos pegamos la gran llorada por tener a Haití de fogueo, mientras zutano y mengano, nuestros rivales, se preparan contra éste y el otro. Nos pegamos la gran llorada y no logramos mantener un 3-0 a favor. Sin duda, quisiéramos enfrentar a Brasil, Argentina y demás potencias (por supuesto que nos hace falta), pero de momento ha bastado Haití para desnudar nuestros defectos.

El peor de todos, quizás, sea esforzarnos según el nivel de exigencia que nos imponga el rival o las circunstancias externas. Si se nos exige mucho, damos mucho; si se nos exige poco, nos cabecean dentro del área, sin marca alguna, en un tiro de esquina, así en el fútbol como en el trabajo o la vida. Hablo de nuevo de la Selección, de usted y de mí.

Por dicha, Claudia Poll no necesitó competir todos los días contra Franziska van Almsick para dar lo mejor de sí. Para eso estaban el cronómetro, los tiempos, el deseo personal de exigirse al máximo y la conciencia de que nunca ganaría oro, si su exigencia era de bronce.

De paso, mientras cambiamos de actitud, permítame un ¡gracias, Haití!, quizás el mejor rival antes de enfrentar a México.

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