Comentario
Repensemos la economía Miguel Miranda Sandí
Cuando afirmamos que la economía debe estar al servicio de la Humanidad, no se trata de una simple frase vacía, sino del derecho de todo ser humano a satisfacer sus necesidades elementales.
La vida humana está por encima de cualquier teoría económica, especialmente de aquéllas que privilegian el dinero como un fin en sí mismo. Por esa razón, nos alarma el drama de millones de personas que en el mundo entero viven en condiciones de miseria y de pobreza extrema.
Cuando apenas iniciábamos los cursos básicos de Economía en la Universidad de Costa Rica, siempre pensábamos en lo fácil que era entenderla desde esta perspectiva humanista, y nos emocionaba la lectura sobre esta temática, particularmente cuando comprendíamos que la economía no era otra cosa que la forma en que la Humanidad se organiza para satisfacer sus necesidades.
Pero las cosas se complicaban poco a poco cuando profundizábamos en la teoría y en cada uno de sus instrumentos, que, hoy día, parecieran ser la razón misma de la ciencia económica, y no la persona humana.
Sentimos, por ello, que es el momento de repensar la economía, no por un asunto de comunicación o de entendimiento -que en todo caso solo podría ser comprendida con propiedad por los economistas-, sino por un asunto de solidaridad.
Si en el mundo no hubiese personas con hambre, sin techo, sin educación, enfermas, en fin, sin posibilidades para satisfacer sus necesidades, entonces no tendría razón escribir sobre este tema.
Pero lo cierto es que la realidad mundial y la costarricense no escapan a este hecho, y atraviesan una situación alarmante que nos debe motivar, con estricto valor solidario, a iniciar transformaciones en la organización social, a fin de que todos, y no solo los que están incluidos en el mercado, puedan también ser parte del proyecto de vida.
Es perfectamente posible construir una nueva sociedad, en la que el ser humano se constituya en el centro de la economía. Pero no podemos partir de tecnicismos que, por un lado, nos confunden y, por otro, reemplazan al hombre como aspecto central de la ciencia económica.
Durante los últimos años, en Costa Rica se ha profundizado la pobreza, quizás en menor proporción que en otros países, pero el deterioro de las condiciones de vida ha sido evidente.
No pretendemos ahora entrar en discrepancia con el neoliberalismo, pero no cabe duda de que las cifras oficiales son el resultado histórico de su modalidad.
Por ahora, solo necesitamos reflexionar sobre esta situación que a muchos nos lastima el alma, pero que a millones de nuestros semejantes les hiere su propia existencia.
Por eso, se necesita humanizar la economía.
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