Martes 22 de marzo, 2005. San José, Costa Rica.



 

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Punto y aparte

Monseñor Román Arrieta

Vladimir de la Cruz

En el Día Internacional de la Mujer falleció Monseñor Román Arrieta Villalobos, Arzobispo Emérito de San José, quien dirigió la Iglesia costarricense, como máxima autoridad, desde 1979 hasta el 2002, cuando renunció al cargo en razón de la edad.

Entró al seminario a formarse como sacerdote en 1943, año de la reforma social, que inició un período histórico de gran agitación, con una jerarquía de la Iglesia comprometida con los más pobres y el pueblo trabajador, bajo el obispado de Víctor Manuel Sanabria Martínez.

Arrieta se ordenó sacerdote durante los años difíciles de la Junta de Gobierno (1948-49), del incumplimiento de los pactos que pusieron fin a la guerra civil, y de la represión impulsada por los ganadores del conflicto. Estos sucesos lo comprometen en su vida pastoral con la propagación y defensa de la doctrina social de la Iglesia.

El período 1950-1970 fue intenso en luchas sociales. El campesinado era un movimiento activo en la lucha por la tierra, que estaba distribuida o acaparada, y no había para repartir o colonizar.

En Guanacaste había gran cantidad de luchas campesinas. Desde 1930 hasta 1980, solo en los Tribunales de Justicia, se conocía, en promedio, un conflicto agrario cada 13 días, algunos de ellos muy violentos, incluso con el asesinato de dirigentes campesinos.

En el Valle Central, mientras tanto, el Mercado Común Centroamericano hacía sucumbir a los artesanos urbanos frente a la instalación de las nuevas industrias norteamericanas, que, con nombre centroamericano, facilidades de inversión y capacidad tecnológica, les impedían competir.

En 1961 se creó la Diócesis de Tilarán y Arrieta fue nombrado primer Obispo de esa región, cargo que desempeñó hasta que sucedió al Arzobispo de San José, al morir Monseñor Carlos Humberto Rodríguez Quirós.

La década del 60 fue intensa para la Iglesia: el II Concilio Vaticano, que introdujo importantes cambios, el desarrollo de una Iglesia latinoamericana comprometida con las luchas populares, los movimientos de Iglesia por el socialismo, Iglesia con los pobres, el CELAM, y la Teología por la Liberación, que, comprometidos con los desposeídos, sensibilizaron más a Monseñor Arrieta.

Así, el Obispo defendió a los agricultores y ganaderos de Guanacaste. Luchó por cambiar el régimen de tenencia de tierras en el país e impulsar una reforma agraria verdadera, resistió a las presiones de los hacendados y latifundistas poderosos, y apoyó el distrito de riego en Guanacaste.

Utilizando la encíclica "El desarrollo de los pueblos", dijo que la tierra había sido dada para todos, y no solo para los ricos, y se preocupó constantemente por ayudar al campesinado, hoy amenazado por el TLC.

Monseñor Arrieta dijo: "La Iglesia no puede estar al margen de la Historia, le corresponde denunciar aquellas acciones y omisiones concretas que, al mantener situaciones de injusticia, institucionalizan la violencia e impiden realizar transformaciones sociales, políticas y económicas, inspiradas y exigidas por la luz y fuerza del Evangelio, porque allí donde se encuentran injustas desigualdades sociales, económicas, políticas y culturales, hay rechazo de la paz, aún más, un rechazo del Señor mismo".

¿Dónde se halla esta Iglesia?

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