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Perspectivas
Bochorno Eduardo Castro
El espectáculo protagonizado, el martes, por los diputados Daisy Serrano y Juan José Vargas es digno de inscribirse como el más vergonzoso nunca antes visto en el considerado, tiempo atrás, Primer Poder de la República.
En una ocasión, el periodista, abogado y escritor Alberto Cañas afirmó que la política nacional había sido tomada por la gradería de sol.
Lo dicho por este veteranísimo columnista y, sin duda, gran observador de la realidad nacional quedó hartamente probado por ambos durante la mañana y buena parte de la tarde de ese día.
Desde una denuncia, por parte de la legisladora, de intento de violación del consejero y diputado Vargas, hasta las palabras de este último, que la increpó diciéndole que quién la violaría a ella que es tan fea, y la ridiculez posterior de dejar una caja con pertenencias de Serrano en la nueva oficina de la diputada, al lado de la suya, mientras se despedía de dos sencillas galletas de soda sueltas.
Todas esas escenas muestran hasta qué extremos hemos llegado.
¿Habráse visto falta de señorío tan grande como la de estas dos personas, que, por respeto a la investidura otorgada por el pueblo, deberían mantener otra conducta?
Hubo otro "detallito" digno de mención: a Vargas, con el mejor estilo de un vulgar tachador, no se le ocurrió nada mejor que entrar por una ventana trasera a lo que sería de nuevo su oficina.
Sin duda alguna, escritores como Gabriel García Márquez y el mismo don "Beto" Cañas incorporarían lo ocurrido en el Congreso: el primero en su novela maestra Cien años de soledad, y el segundo en alguna nueva obra teatral de corte jocoso.
Y es que el "espectáculo" que brindaron estos dos "padres de la Patria", solo puede ser pensado en un Parlamento del imaginario Macondo, y digno de ser representado por buenos actores en una obra cómica, a fin de enseñar a nuestra juventud cómo no hay que comportarse.
Al observar lo anterior, felicitamos al PAC por haber abierto una "escuelita" para sus futuros diputados. Ojalá que otros partidos sigan sus pasos, y si, al menos, les enseñan a no incurrir en tales actos, algo habremos avanzado en el ejercicio de la política, en la que también se enseña con el ejemplo.
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