Miércoles 25 de mayo, 2005. San José, Costa Rica.



Participe y gane entradas para los partidos de la Selección Nacional

Perspectivas

En avión...

Mónica Gómez Robleto

A pesar de la desacertada decisión de aceptar la invitación a conocer el lujoso complejo turístico Cap Cana, en República Dominicana, y la membresía obsequiada por la influyente familia Hazoury, el presidente Abel Pacheco tuvo la virtud de admitir que, si hoy le hicieran el mismo ofrecimiento, lo rechazaría, pues está consciente de que actuó mal.

Así se lo hicieron ver los diputados al advertirle que él, en calidad de Presidente de la República, estaba violando las normas de conducta y el proceder que pidió respetar a los miembros de su Gabinete y funcionarios públicos, en el primer acuerdo del Consejo de Gobierno del 8 de mayo del 2002.

Y a ello se une la prohibición de recibir obsequios y dádivas, establecida en la Ley en contra de la Corrupción y el Enriquecimiento Ilícito, y en su reglamento, normas que le fueron recordadas a don Abel, y que lo obligaron a entregar a su Departamento de Auditoría los obsequios recibidos.

De la actitud del Presidente rescato la humildad de reconocer ayer su equivocación y ofrecer disculpas, aunque, hace tan solo ocho días, con burla e ironía respondía, en su tradicional conferencia del Consejo de Gobierno, que había viajado en avión a República Dominicana, porque es una isla.

"No voy en tren, voy en avión", respondía don Abel a las preguntas de este diario. Ahora, con el tema más en perspectiva, el precio de esos tiquetes y las otras cortesías recibidas podrían ser motivo de estimación económica para exigirle al Mandatario su eventual devolución.

En otras entidades, los cuestionamientos y presuntas violaciones a la Ley de Enriquecimiento Ilícito se resuelven y negocian de otra forma, al cobijo de portillos o argumentos legales no determinantes, y sí muy discutibles, que muy poco favor hacen a la transparencia en la gestión pública.

Hay falta de honestidad cuando no se admite la equivocación, o se esconde el error y se trata de justificarlo a toda costa, trasladando el cargo y la culpa al inmediato inferior o al superior. Al fin y al cabo, siempre hay un mal asesor, un mal jefe o un mal compañero.

El otro recurso es no admitir, en forma transparente y diáfana, que la asignación no está lista, o que faltó diligencia y esfuerzo para cumplir con las tareas.

¡Que Dios no agarre confesados!

| PORTADA | NACIONALES | SUCESOS | OPINIÓN | SOCIEDAD | OVACION |
| INTERNACIONALES | SERVICIOS | USTED OPINA | PURA VIDA | ESCRIBANOS |

© 2005. Periódico Al Día. El contenido de aldia.co.cr no puede ser reproducido, transmitido ni distribuido total o parcialmente sin la autorización previa y por escrito del Periódico Al Día. Si usted necesita mayor información o brindar recomendaciones, escriba a webmaster@aldia.co.cr