Miércoles 25 de mayo, 2005. San José, Costa Rica.



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Sucesión de errores
En caso de que la versión del testigo estrella sea cierta, lo ocurrido en la agencia de COOPEMEP fue una sucesión de errores.
Juan de Dios FLORES/Al Día

Historia de una cadena de errores

Robo en COOPEMEP

Juan de DIOS FLORES, corresponsal
Rodolfo MARTÍN

Corredores, Puntarenas.- Cinco personas, desesperadas, entre otras cosas, por comprarse un auto, reparar otro, arreglarse los dientes, pagar una deuda, adquirir una motocicleta, un teléfono celular y un anillo, cometieron el error de sus vidas al querer satisfacer estas necesidades con dinero ajeno.

Esta es la historia no conocida del asalto a la agencia de COOPEMEP, en Ciudad Neily, ocurrido el 10 de mayo a la 1:00 p.m.

Los sospechosos, con trabajos regulares y, sin antecedentes policiales, cayeron en una activida prohibida y su propia inexperiencia los hizo cometer los más burdos errores que, al final, los delataron en cuestión de horas.

Además:

  • Rechazan cargos
  • Uno de ellos, de apellido Ureña, decidió colaborar con la fiscalía de Pérez Zeledón y hoy tiene la opción de convertirse en testigo estrella.

    La lista de investigados la completa una mujer de apellido Palma y otros dos hombres de apellidos Bogantes y Molina, quienes tienen impedimento de salida del país y deben presentarse a firmar cada 15 días.

    Al otro imputado, de apellido Sánchez, se le dictaron tres meses de prisión preventiva. A todos se les atribuye el delito de robo agravado, según la oficina de prensa del Poder Judicial.

    La ocurrencia

    El golpe a COOPEMEP nació por la más increible sucesión de ocurrencias que desembocaron en un total fracaso.

    La amarga experiencia se inicia en las figuras de Ureña y Molina, compañeros de trabajo en la agencia de un banco en Pérez Zeledón, donde, de acuerdo con la versión del primero, vendían planes de pensiones.

    Molina, en uno de esos viajes, le contó a Ureña, según su declaración, que al frente de la sucursal, estaba una joven -Palma- que había sido amiga suya.

    Molina se la presentó y durante la charla se percataron de que el lugar era un blanco fácil para asaltar porque no había guarda ni medio para alertar a la policía sobre un atraco, carecían de bóveda, los billetes no tenían dispositivos de seguridad y movían sumas hasta de ¢10 millones.

    A partir de ahí, y con la supuesta ayuda de Palma, iniciaron las ocurrencias.

    Ureña tenía opción de un ascenso, pero requería de carro y teléfono y no los tenía.

    Molina, a su vez, necesitaba arreglar su vehículo y pagar el préstamo de su casa.

    Una vez que el "plan" fue aceptado urgían de un carro, la pistola y quién hiciera el asalto, según Ureña.

    Y ahí aparece Bogantes, quien trabaja para una empresa familiar.

    Además, "reclutan" a Sánchez.

    El primero, al parecer, pone su tarjeta de crédito para alquilar el Galloper oscuro que sería utilizado. Cuando Ureña y Sánchez están por irse a Ciudad Neily, Bogantes le da al segundo un arma calibre 22 que le pidió prestada a un nicaragüense de apellido Matamoros que trabaja como guarda.

    Él se la había comprado a un habitual que la juntó del suelo tras cáersele a un policía.

    Bogantes, además, le dio su pañuelo típico ante la falta de un pasamontañas porque no habían pensado en eso.

    Sánchez lo único que aportó fueron unas gasas plásticas, como las que usan para amarrar copas decarros, cables y tubos.

    Al llegar a COOPEMEP, Ureña entró a hablar con Palma sobre casas, pero era para cerciorarse que no había nadie.

    Luego, regresó al carro y fue cuando Sánchez con el arma y el pañuelo entró a la agencia.

    Ureña no supo cómo fue el asalto y si Sánchez usó o no las gasas.

    El dinero venía en una bolsa amarilla.

    "Solo me dijo que les apuntó, tomó el dinero y salió".

    Acto seguido, represaron a San Isidro de El General, donde llegaron a las 4:30 p.m.

    Ureña cree haber obtenido unos ¢5millones pero no está seguro porque "todo fue muy rápido".

    Estima que a cada uno les tocó dos fajos de ¢500 mil, más algo más. Ureña dijo haber recibido ¢1.350.000 al igual que Sánchez.

    A Molina y Bogantes les dieron ese mismo día ¢1 millón.

    Ese mismo día Ureña compró el celular, que luego fue incautado.

    El martes le compró el carro a un primo un Nissan modelo 88.

    Sin embargo, Sánchez se quedó sin la motocicleta, el anillo y el arreglo de sus dientes cariados, porque OIJ había esclarecido el caso en menos de 24 horas.

    El que un testigo apuntara el número de placas del Gálloper fue apenas una de la gran cantidad de pistas que el grupo dejó detrás de si, en su fatal ocurrencia por conseguir dinero.

    Rechazan cargos

    Los principales sospechosos, con excepción de Sánchez, que se abstuvo de declarar, rechazaron cualquier participación en los hechos, afirmó Luis Venegas, abogado de Palma.

    En criterio del penalista, quien prefirió no ahondar en comentarios por ser un caso en investigación, Ureña fue el autor intelectual y, luego pretendió involucrar a los demás.

    "Sin embargo, la fiscalía no dispuso de prueba suficiente, al punto de que no puso sostener la petición de prisión preventiva".

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