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 Nacionales Jueves 22 de septiembre, 2005, San José, Costa Rica.
 

Familias tuvieron que salir de sus casas

Lluvia de tristeza y de dolor

Al menos, 100 personas evacuadas en Coronado, Tarrazú, Tárcoles y Upala

Sylvia Alvarado, Rodolfo Martín, Edgar Chinchilla

Coronado, Tárcoles y Upala. - Sin casa. Con las cositas que tanto les han costado, empapadas, llenas de barro o destruidas.

O lejos de su hogar, pasando la noche en la calle o donde alguien que les dio posada, porque su vivienda está guindando, inundada por el agua de mar o en peligro de deslizamientos.

Además:

  • Un terraplén y adiós casa
  • El mar se metió a las viviendas
  • Ésa es la realidad para unas 100 personas que, la noche del martes y la de ayer, vieron correr sus esperanzas tras las fuertes lluvias y vientos. Hasta anoche, 22 personas permanecían albergadas en el salón comunal de San Pedro de Coronado, y 33 en la escuela de Popoyuapa de Upala. 26 vecinos de San Marcos de Tarrazú se trasladaron a casas de familiares y, en Playa Azul de Tárcoles, 20 familias pasarían la noche en la calle, pues las grandes olas inundaron sus viviendas.

    En San Marcos de Tarrazú, además, casas dañadas en 5 comunidades, 40 metros de capa asfáltica, tres puentes y un acueducto destruido es el saldo de las fuertes lluvias. La Comisión Nacional de Emergencias (CNE) informó ayer que se mantiene activa la alerta verde (preventiva) para la Vertiente del Pacífico y Zona Norte, y pidió a la población estar alerta, pues se han generado diversos sistemas que intensifican las lluvias. Eso lo saben bien esos 100 costarricenses a los que la furia de la lluvia, el viento, la tierra y el mar les recordaron que lo material vale poco cuando se tiene a la familia a salvo.

    Foto: 1073150
    Grettel Varela y su esposo Mario Hernández, en lo que quedó de su casa en Coronado.
    José Rivera.

    Foto: 1073583
    Las fuertes olas inundaron las casas de los vecinos de Playa Azul.
    Érick Córdoba.

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    Un metro de agua inundó la casa de Timotea Hernández, cerca del Río Niño, en Upala. "Tenemos miedo, pero no podemos irnos por los ladrones; no tenemos adónde ir".
    Edgar Chinchilla.

    Un terraplén y adiós casa

    Las lágrimas de Grettel Varela fluían como la lluvia que hizo deslizar la tierra y se llevó su casita la noche del martes, en el precario La Coca Cola, en San Rafael de Coronado.

    Sus cinco hijos ya estaban albergados, junto a 13 personas más en un salón comunal. "De repente se vino un estruendo y casi nos entierra, nos quedamos sin nada", dijo su esposo Mario Hernández, que pasó la noche empapado sentado en la tierra, cuidando lo que quedó. "Dios nos dejó con vida", dijo ella acariciando a su perrita que salió ayer de los escombros.

    El mar se metió a las viviendas

    El mar traicionó ayer a 20 familias de Playa Azul en Tárcoles. No le bastó el pavor que sembró en la madrugada cuando enormes olas se metieron por los rincones de sus casas, sino que volvió a golpearlos en la tarde, llevándose muebles, ropa, todo... hasta un niño.

    Ni la tristeza por todo lo perdido se comparó al terror de ver que el mar se llevaba a Juan Gabriel Chaves, de 14 años, quien, gracias al esfuerzo de familiares y vecinos, fue rescatado.

    Las casas de Carlos Aguilar, Gustavo Jiménez, María Nuria Núñez y Gerardo Chaves fueron las más afectadas. "Nadie viene, nadie ayuda", dijo anoche Aguilar, mientras niños y adultos veían la lluvia caer con el corazón hecho un puño por el miedo de pensar que otra marejada podría asaltarlos de madrugada... ahora en media calle.

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