Pasó un huracán

Christian Meier tuvo mucho trabajo ayer. Las más felices fueron las enamoradas fanáticas que lo conocieron

Como un fiero huracán ha sido la visita del peruano Christian Meier, quien llegó al país el jueves en la tarde.

La tormenta cayó, principalmente, sobre los pasillos de Teletica, donde "Santos" se enfrentó ayer a las entrevistas de periodistas y presentadores.

Su primer "round" fue con Edgar Silva de "Buen Día". El guapo actor acudió fresquito como una lechuga y contestó casi todo con buen tono; no obstante, cuando "el flaco" intentó tocarle temas mucho más personales el peruano respiró profundo y dejó claro que él es un hombre reservado.

La siguiente en la lista fue Laura Rodríguez -de espectáculos de Telenoticias-, quien lo puso contra la pared con una "entrevista sexy". El galán de telenovelas tuvo que hablar hasta del punto G.

Después de tan dura misión, Santitos sintió que se merecía un descanso, así que regresó al hotel Real Intercontinental.

A eso de las 2 p.m., la "carroza" llegó por el príncipe.

El actor fue llevado al restaurante Cerutti, en donde, al parecer, se dio cuatro gustos probando varias marcas de cerveza nacional, las cuales lo dejaron con la boca abierta.

El almuerzo duró casi una hora. Como todavía le esperaba una larga jornada, decidió descansar unas un rato, antes de regresar al canal cerca de las 4 de la tarde.

Durante esos largos minutos, el guapo prefirió quedarse en su habitación, para evitar los flashes indiscretos que pudiera encontrar en el camino.

Pasadas las 5 p.m., llegaron a recogerlo para llevarlo a los estudios de "En Vivo", donde sería el presentador.

En el set, todo estaba listo para el invitado, quien fue citado a las 6 p.m. para revisar el guión y empaparlo de lo que sucedería, pero él llegó tarde (a las 6:37 p.m.).

Ingresó al estudio arrebatándole un suspiro a las fans que estaban ahí con la intención de conocerlo.

Saludó y se sentó, pero, durante el programa, les prestó poca importancia.

Eso sí, ante cámaras, sonrió a más no poder, enamorando a las féminas que lo desvestían con la mirada.