Francia/AFP. Contaminación, humedad, calor extremo...las pruebas al aire libre estarán influenciadas por estos tres parámetros climáticos, inquietantes pero recurrentes en la historia reciente de los Juegos, aunque Pekín presenta un aumento de riesgos sanitarios menos comunes.
Los Ángeles (1984), Atlanta (1996) y Atenas (2004) no fueron precisamente ciudades con una atmósfera fresca y sana, como recordaba recientemente el presidente de la comisión médica del Comité Olímpico Internacional (COI), Arne Ljungqvist, sorprendiéndose de que el COI haya "organizado los Juegos en lugares muy contaminados, sin que eso suscitara preocupación".
Este año, los temores de los deportistas alcanzan cuotas inéditas, hasta el punto que algunos atletas se plantean competir con una máscara anticontaminación o, a imagen del etíope Haile Gebrselassie, renuncien a participar en una prueba.
Pero los científicos son tajantes: la contaminación no tendrá ninguna incidencia en la salud de los deportistas olímpicos.
Sólo quienes compitan en pruebas de más de una hora (atletas y ciclistas principalmente) o sufran crónicamente de asma, podrían tener problemas respiratorios y ver perturbadas sus actuaciones.
Ellos cuentan con autorización para usar medicamentos.
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