Edgar Fonseca, Director
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La urgencia de descongestionar servicios de transporte público urbano, de destaponar la capital y responder a una creciente demanda de los usuarios, obliga al Estado a explorar las opciones más razonables en el sector.

En ello, estimamos, se enmarca el plan, ahora en suspenso, de las denominadas líneas intersectoriales de buses, supuestas a atender a un millón de usuarios.

Sorprende, entonces, el patinazo del proyecto, cuando estaba listo para arrancar el pasado sábado.

En una resolución de último momento, cuestionada por arbitraria, pero defendida como apegada al ordenamiento, un tribunal administrativo mete en el congelador el plan y lanza un velo de dudas sobre trámites y alegadas relaciones de parentesco que habrían contaminado la adjudicación al consorcio ganador.

No dudamos de que las titulares del Mopt, de cuya seriedad, diligencia y responsabilidad en su gestión es testigo el país, tomaron en cuenta todo este riesgo de cuestionamiento.

Suponemos que, junto a sus asesores, siempre tuvieron en cuenta la conveniencia de limpiar de suspicacias los trámites y no dar lugar a diatribas como las que arrecian en estas horas desde la Asamblea Legislativa y grupos interesados.

Pero algo pasó en el camino. No terminamos de entender cómo, en un proyecto de este calibre, la administración se jugó una carta de duda como la que ha saltado, que deja a miles de ciudadanos frustrados y abre un desgastante flanco de controversia.

Punto final- Trabajo, propiedad privada, mercado y libertad es lo que mentes lúcidas, como la del ilustre escritor Mario Vargas Llosa, recomiendan a nuestras sociedades para que den el salto al desarrollo. Aquí, por el contrario, otras mentes nos quieren vender el populismo de Chávez.