Margarita Murillo Gamboa
mmurillo@emailcr.com
En este artículo, mencionaremos dos instintos que necesitan utilizar la energía sexual para poder actuar y hacerse presente de manera saludable en la vida diaria de los hombres y las mujeres.
El instinto de protección al desvalido. Sabemos que los seres humanos nos quedan pocos instintos, casi todos han sido lastimados por prácticas culturales.
Por ejemplo, con este instinto de protección al desvalido, nació la famosa palabra el “instinto de maternidad”, situación real, pero que carece de un gran referente, porque solo se lo estábamos dejando a las mujeres, como si ellas por “cargar” al bebé en su útero, lo habían desarrollado.
Si fuera así, todas reaccionaríamos y no habría frustraciones, tensiones, se traería el conocimiento “desde adentro”. Las que somos mamás sabemos que eso simplemente no es cierto.
Aclaro, ambos, hombres y mujeres, poseemos el instinto de sensibilizarnos ante el dolor del otro e inmediatamente tendemos a buscar, proteger, resolver, atender, cuidar.
Esa intuición se puede observar también en los animales. Por ejemplo, los delfines cuidan de los náufragos. Una perra puede amamantar un gato, una cerda ha criado bebés de tigre, una tortuga macho cuidó de un bebé rinoceronte. ¿Cómo sucede esto? Pues la respuesta es: por el instinto.
No obstante, en la cultura, se ha estimulado esa naturaleza más en las mujeres que en los hombres. Incluso, si un hombre es “demasiado tierno”, va a ser juzgada su masculinidad.
Culturalmente, no esperamos que los hombres “no sean tan tiernos”. Error grandísimo, pues entonces estamos dejando libre el otro instinto, el de agresividad.
La cultura estimula la ternura en las mujeres y la agresividad en los hombres.
Estos, como se ha venido mencionando, son dos instintos, que juntos, no separados, las personas los necesitamos para expresar nuestra sexualidad.
La agresividad nos permite sentir la fuerza, expresarla, disfrutarla.
La ternura nos permite sentir la suavidad, la intensidad y, a su vez, controla la fuerza que posee, para convertirse en un orgasmo. De no utilizarse estas dos fuerzas, entonces el resultado inevitablemente será la violencia.
La propensión de ternura sin agresividad, impide sentir profundamente el placer. La inclinación de agresividad sin ternura, expresa violencia, no orgasmo.
Sus dudas a mmurillo@sexoamoryvida.com
Claves
Lea a Erich Fromm: “Anatomía de la destructividad humana” y “Del tener al ser”.
La agresividad y la ternuna son necesarias para expresar nuestra sexualidad.
Culturalmente, esperamos que los hombres “no sean tan tiernos”.
La ternura permite sentir la intensidad para convertirse en un orgasmo.
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