Alejandro Arley Vargas
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Margarita Huertas sufre porque el cuerpo de su hijo, Marvin Morales, nunca apareció. Él murió arrastrado por una cabeza de agua a solo 300 metros del túnel Zurquí el 4 de agosto de 1994.
Morales tenía 30 años y era chofer del diario Extra. En la misma avalancha fallecieron tres personas más.
Sentada en el comedor de su casa en Pavas, Huertas, de 69 años, me atiende con toda amabilidad.
Las lágrimas no tardan en salir de sus ojos. Sus palabras conmueven hasta el fondo del alma.
“Para mí esa cruz es el cementerio porque no pude recuperar el cuerpo de mi muchacho”, dice con profunda tristeza.
El viaje en taxi hasta las inmediaciones del túnel Zurquí le sale muy caro a Huertas, y por eso no ha podido volver al lugar.
“Yo iba con mucha frecuencia. Al llegar rezo, pido por él, por sus hijos y por mí. Era el alma de la casa, un hijo ejemplar”, cuenta afligida mientras toma agua.
Marvin tenía dos hijos y era casado. El fatídico 4 de agosto del 97, regresaba de dejar el periódico en Limón.
La vida ha sido difícil. Su esposo murió de un infarto hace tres años y a su hija Vera una bala perdida la dejó en silla de ruedas. “Solo Dios da la fuerza”, concluye esta valiente mujer.
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