Leonel Jiménez
Periodista

El fútbol profesional de Costa Rica se encuentra en estado de alerta, con la llegada de las sociedades anónimas y mecenas al fútbol.

No es para menos, ahora resulta que las palomas le tiran a las escopetas con perdigones de grueso calibre, el ambiente se revuelve y agita, y eso tiene desconcertados a los dirigentes de los llamados equipos grandes.

Entre Alajuela y Saprissa han pasado más de tres años sin hacerse daño en materia de fichajes. Diferente como ocurría en el pasado, con los traspasos de Rolando Fonseca, Róger Flores, Óscar Ramírez, Juan Cayasso, Rónald Gómez, etc.

Hoy, hay estilos y formas diferentes. Saprissa produce figuras para compensar las salidas de Alonso Solís, Cristian Bolaños, Álvaro Saborío y Randall Azofeifa, entre otros.

Liberia se mete en el mercado de la oferta y la demanda y dan por un hecho que los jugadores “Mambo” Núñez y Harold Wallace serán aurinegros, y se unirán al ya contratado Luis Marín.

Ahí no termina la historia: el jerarca de Liberia Mía ha perturbado la tranquilidad de Tibás, al anunciar el interés por dos jugadores del Saprissa. Y dicen estar a la espera de la anunciada purga morada.

Los de la Ciudad Blanca argumentan que pasó mucho tiempo donde los equipos grandes desangraron a los demás, y ahora la competencia es real y muy seria.

En la acera del frente responden que lo que hace Liberia es encarecer el fútbol, sin rumbo claro.

La batalla está entablada y aquí gana el torneo venidero, si se logra la competencia.

Ojalá al señor Sotela le rinda la cuerda y no lo venza el tedio de crear equipos con gran kilometraje, a muy alto costo, sin ver resultados, como pasó con Liberia últimamente.