Edgar Chinchilla, corresponsal
Carlos Láscarez S.
clascarez@aldia.co.cr

Ciudad Quesada - La ausencia de un testigo clave y de un menor que, supuestamente, fue sometido a abusos físicos y extenuantes jornadas de trabajo dentro de una casa, libró de ir a prisión ayer a una nicaragüense.

Los hechos ocurrieron en el año 2006 en una humilde vivienda de la finca El Achotal en el centro de Los Chiles, según la acusación del Ministerio Público.

Como víctima figuró un menor nicaragüense de 8 años, quien fue traído a nuestro país por Socorro Álvarez Espinoza, con el fin de ponerlo a efectuar trabajos no aptos para un niño.

Las labores eran sacar agua de un pozo, lavar, barrer y cortar el zacate en otras, a cambio sólo de un poco de alimento.

También abusaba del menor dejándolo dormir en un pequeño rancho fuera de la casa, donde era picado por los zancudos. En una ocasión, Álvarez lo dejó cuidando unos guineos que cocinaba, pero en un descuido se le quemaron, por lo que lo golpeó de un garrotazo en la cabeza. Para disimular y evitar ser descubierta, ella mismo cosió al infante.

Las condiciones en que estaba el chiquillo quedaron al descubierto, luego que la víctima le contó a un vecino de los maltratos.

Al lugar se presentó la Fuerza Pública y representantes del Patronato Nacional de la Infancia (PANI), quienes se llevaron al menor a un albergue. Empero, a la hora que intentaron ubicarlo para el juicio, ya no se encontraba.

Álvarez enfrentaba delitos de agresión con arma y trata de personas, pero fue dejada libre bajo el principio de “in dubio pro reo” (ante dudas favorece al acusado).

Pese a eso, la fiscal Alexandra Mahoney fue enérgica en la reprimenda con la mujer. “Por falta de una pieza acusatoria fuerte y testigos pido su absolutoria. Usted se salvó de un delito grave. Como madre, le digo que ojalá ningún pariente suyo pase por lo que ese niño sufrió a su lado”, aseguró.