Lázaro Malvarez, periodista
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Cuando el canadiense, nacido en Jamaica, Ben Johnson venció al mítico Carl Lewis en los Juegos Olímpicos de Seúl 88, el mundo pensó en la consagración de una estrella, mientras que el derrotado dudó que su verdugo fuera capaz de marcar 9,79 segundos en los 100 metros planos.
El tiempo le dio la razón al estadounidense y Johnson pasó de héroe a tramposo por utilizar sustancias prohibidas para mejorar su rendimiento. Lewis, ganador de nueve medallas de oro en Olimpiadas, ahora enfila baterías contra el jamaiquino, Usain Bolt, triple campeón en Pekín 2008.
El llamado “Hijo del viento” cuestiona la notable mejoría de Bolt, quien en menos de un año pasó de ser un corredor bueno a recordista mundial en los 100 (9,69 segundos), 200 metros (19,30 segundos) y la posta de 4x100 (37,10 segundos), al tiempo que fustiga la ausencia de un programa integral antidopaje en Jamaica.
Vale la pena destacar que el mundo también recuerda al velocista estadounidense por su prepotencia y soberbia sobre la pista y en los Juegos Olímpicos de la capital china, Jamaica, con su cuadrilla de velocistas, propinó un duro golpe a la moral de los norteamericanos, que por primera vez en muchos años se fueron sin una presea de oro en las pruebas más cortas del atletismo.
Tampoco se puede lanzar piedras al vecino teniendo el techo de vidrio. Basta recordar que entre los grandes farsantes de los últimos años figuran corredores estadounidenses como Tim Montgomery, Justin Gatlin y Marion Jones.
A favor del espigado Bolt (1,96 metros) hay que apuntar que antes de Pekín le hicieron once controles y en China fue sometido a otros cuatro exámenes, en los que el resultado fue negativo.
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