Erick Carvajal M.
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Eduardo Rojas saca la cédula de su hermano de su billetera y en su rostro se refleja el dolor. No llora, no se le quiebra la voz, pero sus ojos lo dicen todo.

Miguel Rojas, de 58 años, fue asesinado el 24 de marzo, luego de que recibiera dos disparos en la ingle para robarle el arma.

“No me dio tiempo ni de abrir la puerta. Me dijo que le habían metido dos balazos, se sentó en las gradas y allí murió, en medio de un charco de sangre”, comentó.

Paula Guido, jefe de homicidios del Ministerio Público, comentó ayer que los asesinatos han venido en aumento. Hace un año y medio había uno por día, en todo el país; ahora la cifra aumentó y está en un promedio de 1,5 diariamente.

En los primeros cuatro meses del 2009, hubo 57 personas asesinadas en San José.

Hay 57 familias que sufren la pérdida de un ser querido. El año pasado, en este mismo periodo, las víctimas eran 56.

¿Dónde ocurren? Según Guido, la mayoría de los asesinatos se da en las zonas periféricas de San José donde se presentan mayores índices de pobreza.

Por ello, el Tercer Circuito Judicial de San José es el que registra mayores casos, pues atiende toda la zona de Desamparados y Pavas,detalló Guido,

“En La Carpio hemos visto que lo que se inicia como una tentativa de homicidio al final se convierte en asesinato”, comentó .

Además, dijo la fiscal, La Carpio está divida territorialmente en pandillas, entre ellos hay un código de silencio y es muy difícil judicializar los casos.

Las causas de los homicidios son cambiantes, explica Guido. Hace seis meses los familiares de las víctimas mataban a los victimarios en situaciones de asalto, pero eso cambió. “Ahora, el móvil más importante está en las rencillas, las venganzas y en problemas personales”.

Armas fuera

Randall Picado, subdirector de la Fuerza Pública, explicó que en muchos barrios marginales impera la ley del silencio y eso, sin duda alguna, obstaculiza la labor que realiza el OIJ.

Picado señaló que la Fuerza Pública estableció un plan de acción que busca sacar la mayor cantidad de armas ilegales de la calle mediante operativos en las zonas de mayor conflicto.

Jorge Rojas, director del OIJ, comentó que un 10 por ciento de los homicidios en estos primeros cuatro meses, se deben a ajustes de cuentas, que se le atribuyen al crimen organizado.

“San José es violento, pero de esa condición no escapa el resto del país.

“Dispararle a alguien 40 tiros sin importar si hay gente en la calle, demuestra lo que se vive en Costa Rica”, destaca Rojas.

Para el director del OIJ, faltan más patrullas y policías para evitar este tipo de delitos.

Los delincuentes saben cómo es el sistema penal y si el mismo les otorga beneficios para atrasar los procesos de justicia, lo tienen presente, comentó Rojas.

Miguel Rojas siempre fue guarda. En eso trabajó toda su vida y, aunque con el paso de los años ya estaba un poco enfermo, nunca se separó de Eduardo su hermano. Ambos, oriundos de Guanacaste y trabajadores honestos, andaban de apartamento en apartamento.

Tenían siete meses de residir en Rincón Grande de Pavas y no tenían miedo de vivir allí. Estaban tranquilos.

“Hace unos días intentaron asaltar a Miguel, pero no pudieron porque él sacó el arma”, comentó Eduardo.

“Yo siempre le decía a Miguel que no se fuera tan temprano al trabajo, pero a él le gustaba llegar antes porque era el jefe del sitio donde cuidaba”, explicó Eduardo.

“Esto que pasó es una situación muy difícil y es muy doloroso lo que le hicieron”, dijo Eduardo Rojas, quien lamenta profundamente el crimen de su hermano.

Manuel Chacón no se explica por qué mataron a su sobrino Raúl Piedra. “Era una buena persona, tan buena que no tenía ni una gota de orgullo”, comentó.

Raúl era profesor de la escuela de San Rafael Arriba de Desamparados desde hace 18 años.

“Nosotros los familiares estamos consternados. No sabemos por qué le hicieron eso”, comentó el tío.

Raúl tenía cinco años de casado y un hijo de siete. “Era una persona muy querida y conocida aquí en San Rafael. Siempre venía a ver cómo estábamos y teníamos una buena relación”.

Uno de los sueños de Raúl era poder pensionarse para viajar. En una oportunidad pudo irse de viaje por Centro América, México y Estados Unidos y quería regresar a esos sitios para poder conocer más, recordó con nostalgia su pariente.

El silencio que impera en el barrio La Verbena de San Felipe, cantón de Alajuelita, protege a los homicidas del custodio Álvaro Mora, de 31 años, asesinado el 17 marzo pasado.

Su familia lo extraña en Tucurrique, Jiménez, Cartago. Allá su madre y sus hermanos sufren su partida.

Adelina Ulloa, madre de Álvaro, comentó que su hijo era un muchacho alegre, que gustaba de hacer amigos.

De vez en cuando iba a visitarlos y siempre fue muy cariñoso con sus familiares.

Ellos esperan que se haga justicia.