Edgar Fonseca, director

Al mas puro estilo mafioso es amenazado un testigo en un grave caso bajo conocimiento del Poder Judicial.

La víctima: un funcionario público. Llega a su casa, lo siguen dos encapuchados; lo encañonan, lo asaltan y amenazan.

Y le advierten que no debe declarar en un debate judicial.

Un pariente se percata y lo salva, sin antes pagar otro precio: la entrega a los atacantes de computadoras y otros bienes.

El primer precio, el de la seguridad de su vida, la hacen añicos quienes ordenan consumar esta amenaza.

Al más siniestro estilo mafioso.

Ni show ni comedia ni drama ni nada que no demande una profunda investigación ante la arremetida contra testigos en casos cruciales para nuestra vida pública.

¿Quién o quiénes tienen interés en intimidar no solo a testigos sino la integridad de la labor de la justicia?

El país ha sido testigo de una tenaz campaña de desprestigio de la institución judicial. A la Fiscalía la tienen en punto de mira.

Y abundan más preocupantes episodios.

Lo vimos en el reciente caso del colegial asesinado por un celular al que testigos llegaron amenazados y requirieron protección.

Lo vemos a estas horas en casos más controversiales.

Se acude al amedrentamiento, a la amenaza, o a acciones a sangre fría, según ha visto el país, con tal de desquiciar un sistema institucional esencial en nuestra vida democrática.

Instituciones judiciales y de seguridad, la opinión pública, deben cerrar filas frente a esta amenaza.

Es una batalla decisiva de resguardo no solo del Poder Judicial.