Ana Coralia Fernández, periodista
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Cuenta la leyenda que la muerte es liviana y siempre anda descalza. Por eso es que nunca se le oye llegar. Por eso es que puede filtrarse en los rincones sin hacerse notar. Por eso es que pasa inadvertida cuando la gente conduce ebria y a velocidades temerarias.
La muerte tiene una gran lista, donde aparecen todos los nombres. Ella, lápiz en mano (usa lápiz porque necesita borrador), es feliz tachando nombres del viejo pergamino.
Como una niña da saltos de alegría cada vez que los simples mortales la desafiamos, tomamos en nuestras manos al destino y decidimos por cuenta propia quién se despacha para el otro barrio y quién no.
Solo eche un vistazo a los sucesos de la semana: mujeres embarazadas asesinadas, choques en cruces mortales, baleados, ametrallados, ajusticiados…
Cuando veo en las páginas de los sucesos las fotografías de las víctimas, los carros retorcidos, las sábanas blancas, las bicicletas aplastadas, me pregunto si todas esas personas habrían salido en el diario si no hubiera sido por ese desenlace fatal.
Por eso es que la calaca nos quiere tanto,
¡Le hacemos la vida, (que para ella es la muerte) más fácil! Solo tiene que sentarse a esperar. Nosotros solitos nos encargamos de que la lista se reduzca así, sin más preguntas. Sino, ¿por qué cree que siempre está sonriendo?
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