Edgar Fonseca

En el bamboleo de la campaña…

“Yo freno a los corruptos”, dice uno.

“Conmigo estarás más seguro”, pregona el otro.

Pero, ¿cómo se come todo eso?, se pregunta más de uno en las calles.

O la reacción más cruenta para cualquier político: “de este no me fío”.

Aunque pinta una intención de voto bastante promisoria para el primer domingo de febrero, tanta promesa vacía, efectista, dirigida más al corazón que a la razón del elector retrata a aquellos erigidos como nuevos mesías en su loca cacería de votos.

Quien reciba la administración el próximo 8 de mayo tiene en la seguridad y en la estabilidad económica los mayores retos inmediatos de gobierno.

Ante la inseguridad galopante se necesitan, en esos primeros 100 días, medidas excepcionales apalancadas con las herramientas institucionales y legales para combatir al crimen en sus nuevas y perversas vertientes.

El informe del Estado de la Nación desnuda tasas de criminalidad de proporciones pandémicas en el país.

La corruptela en la administración de recursos públicos es otro de los desafíos.

La solución a estos y otros males no pasa por esos mensajes que hoy pululan en la campaña, en las vallas, en las palabras huecas de ciertos candidatos y en el malabarismo de ciertos gurús, convertidos hoy en oráculos populistas.

La respuesta merece mayor seriedad en la conducta política.