Mario Guevara, colaborador
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Santa Ana.- José Hernández, conductor de autobús de servicios especiales, salió ayer de su casa a las 5 a.m. con rumbo a San José para recoger a 30 empleados de la empresa Empaques Santa Ana, cuando al pasar por la iglesia La Merced, recibió una llamada en su celular.

Una persona, cuya identidad no trascendió, le pedía que regresara a la calle La Chispa en Pozos de Santa Ana, de donde 20 minutos antes había salido. Allí se encontraba una persona gravemente herida porque, presuntamente, él la habría atropellado.

Al llegar, en el suelo yacía el cuerpo del mecánico de carruseles José de Jesús Silva, de 40 años, con una marca de llanta en el centro de la espalda.

Ariel González, compañero de Silva, recordó que anteayer en la noche, a eso de las 10 p.m., él salió del trabajo sin rumbo conocido y no fue sino hasta la madrugada de ayer que supieron que estaba muerto.

González narró que Silva le había contado que era de León, Nicaragua. “Él se vino de allá hace 11 años para trabajar y enviar dinero a sus dos hijos”, dijo.

También contó que Silva trabajó en dos ocasiones para la empresa “No Stop” que tiene varios carruseles y juegos mecánicos en el centro de Santa Ana, donde se celebran las fiestas patronales en el parque.

Bryan Martínez, otro compañero, relató que Silva tenía una novia que vive en el centro de San José. “Ella lo celaba por que en este trabajo se conoce a muchas mujeres y hay mucha fiesta”, narró Martínez.

Según el compañero, la primera vez que Silva trabajó en la empresa estuvo 12 meses; “de eso hace ya ocho años”.

Su colega relató que hace unos meses volvió después de terminar con la relación.

El oficial de Tránsito, Alfredo Guzmán, dijo que el autobús estaba estacionado a un lado de la vía, sobre el espaldón de la carretera.

Arturo Angulo, un vecino, dijo que hace meses el señor estaciona el bus en la calle, pues vive cerca. “Siempre sale temprano para recoger trabajadores en San José ”.

El hombre fallecido deja dos hijos que viven de su salario en León, Nicaragua.

Extraño

Testigos del incidente no se explican cómo el hombre se durmió debajo del bus.

Ariel González, Compañero.

Él era bueno armando y desarmando cosas. Por eso reparaba los caballitos. Ganaba ¢45 mil a la semana”.

José Hernández, Chofer.

Yo no me dí cuenta. Después me llamaron y encontré al hombre ahí tendido, la verdad no sé nada”.

Arturo Angulo, Vecino.

Ya yo había advertido que el vehículo no debía estar estacionado en la calle. Lo hice desde hace varios meses”.