Las armas entraron a cientos de hogares como una medida de protección ante la creciente inseguridad que atemoriza al país. Se acudió a ellas como al alambre navaja, la cerca electrificada, alarmas, portones y cámaras.

Lo que ocurre con las armas es que si no se toman las precauciones indispensables, en vez de ser aliadas ante el asedio del hampa, pueden traer infelicidad y desgracia a su familia.

En la última década, el número de menores heridos por armas de fuego aumentó 500 por ciento, se informó en el Hospital de Niños. En ocho meses del 2009, siete sufrieron heridas; dos de ellos fallecieron.

Primero, si tiene niños no tenga armas en casa. Si a pesar del riesgo inminente, decide comprar una, déjela en un lugar seguro, bajo llave, lejos del alcance de los pequeños y siempre descargada, recomienda contundente Rodolfo Hernández, director del Hospital de Niños.

Si no sabe usar un revólver, sepa que podría volverse en su contra. ¿Sabe cuántos disparos se han escapado accidentalmente por personas negligentes manipulando pistolas? Decenas.

Si cree que a usted no le va a ocurrir, véase en el espejo de los papás de la menor de 11 años que se disparó el 4 de agosto anterior en el pecho, poniendo en serio riesgo su vida. Todo porque no se guardaron las medidas de precaución necesarias. Su padre no podía creerlo y ahora enfrenta una denuncia ante la justicia.

¿Cómo un adulto manipula un arma delante de un grupo de muchachos en Santa Bárbara de Heredia y juega con ella? Por eso, un menor de 13 años recibió el miércoles pasado un disparo en el corazón y murió minutos después en el hospital San Vicente de Paúl. Una vida cegada y una familia destrozada.