Domingo 15 de agosto de 2010, San José, Costa Rica
Nacionales | Feliz día... madrecitas
Viuda de Lang cumplirá deseo de Christopher
Quiere ver a todos sus familiares en la casa de los Lang Lizano como lo quería su esposo / Ahora vive una nueva etapa con el reto de ser madre y padre a la vez
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    Jamie Lizano y su pequeño Noah esperan a sus familiares para complacer el deseo de Chris. Herbert Arley.
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    En Tokio, Rafa agradeció a su mamá. Cortesía de Familia.
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    Fanny Barrantes, madre de Michael y Anthony Rojas, 11 y 10 años, decidió hace seis meses ayudar a su esposo con la economía del hogar.

Franklin Arroyo
farroyo@aldia.co.cr

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Jamie Lizano cumplirá el deseo de su esposo fallecido el Día de la Madre: una reunión familiar en el nuevo hogar.

La familia costarricense celebra hoy ese día tan especial y Al Día rescata historias que resaltan el amor, esfuerzo y valentía que cada madre guarda para sus retoños y su razón de vivir.

El deseo de Christopher Lang, quien falleció el domingo 14 de marzo en la pista Florencio del Castillo, cuando un conductor ebrio lo atropelló, era reunir a las familias en días especiales.

“Siempre decía que cuando tuviéramos nuestra casa toda la familia iba a tener que ir a celebrar, tanto el Día del Padre, el de la Madre y para Navidad. Así lo haremos por primera vez”.

“Me haría muy feliz que hoy estén presente todos”.

Lizano se ha adaptado a su rutina sin Christopher, pero indica que lo más duro sigue siendo su ausencia en las noches, para compartir quehaceres del hogar y las vivencias con los pequeños Noah y Sophía.

“He tenido la ayuda de mi familia y mis suegros. Más duro fue el Día del Padre cuando Sophía se puso complicada... me sacó los mocos porque no sabía a quién darle el regalo que hizo en la escuela. Me lo iba a dar a mí, pero se lo terminó dando al abuelito”.

Pero Lizano le hace frente a la situación y asume el rol de mamá y papá como una mujer valiente.

“Algunos opinan que sólo soy la mamá y que la figura paterna son los abuelitos. Estar sola es complicado. A veces estoy con el agua al cuello, el bebé ya tiene un año y me toca ir al supermercado sola, trabajar, atenderlos... es duro”, dijo.

Física, química y una casa

María de los Ángeles Arguedas Madrigal ha inculcado en sus hijos respeto por los demás, amor al prójimo y don de servicio. Pero además, genes químicos que Rafael Rodríguez llevó a la cumbre del éxito.

Ella es otra madre que con su ejemplo hizo de sus hijos gente de bien. Rafael ganó una medalla de oro en las Olimpiadas Mundiales de Química, celebradas el mes pasado en Tokio, Japón.

Ella y su esposo, Rafael Rodríguez son químicos, ejemplo de que la sangre se transmite de generación en generación. Además de Rafa, doña Marielos tiene a Andrea de 33 años, una farmacéutica y Mariela, quien enseña inglés y español en Alemania.

“La clave para que sean gente de bien está en el hogar. La unión de la familia, la orientación. Todos fueron excelentes estudiantes. Rafa tuvo la ventaja de que aprendió a estudiar de sus hermanas (mayores que él) y que el papá tuvo más tiempo para andar con él para arriba y para abajo”, dijo.

Lo único que pide para hoy es estar con sus hijos, como dicta la costumbre familiar.

“Pero la verdad, lo que quisiera es una casa, pero para Wainer Camacho, que vive con su madre en condiciones muy humildes”. Wainer es otro talentoso estudiante que asistió a la Olimpiada en Tokio. “Lo conozco desde niño, es como mío y voy a esforzarme para buscar quien les pueda dar una casita”, dijo Arguedas.

* Colaboraron Jorge Umaña y Rafael Pacheco.

  • AlDia.cr
    Zulay tuvo diez hombres y diez mujeres. Dos más murieron antes de nacer. Aquí con algunos familiares. Jorge Umaña.
22 razones para ser feliz

Zulay Guerrero Castro tiene muchos motivos para festejar hoy.

De sus 22 hijos, 17 de ellos están con vida. Recuerda que su primer hijo nació cuando ella tenía 16 años y el último a los 37 años, en un embarazo de alto riesgo.

Me operaron para cerrar “la fábrica”. En aquel tiempo era necesario presentar una carta firmada por el esposo y el médico de uno. El parto se complicó y no hubo tiempo de esperar carta ni nada. El doctor que me atendió ordenó que me operaran de una vez. Al paso que iba, hubiera tenido por lo menos 30”, manifestó doña Zulay, una menuda pero valiente mujer.

“Mis hijos los cuidaba mi esposo José María (fallecido), que tenía un taller de ebanistería en la casa. La mayor (María del Carmen) lo ayudaba también, mientras yo viajaba de Orotina a San José a lavar o a planchar en varias casas. Era difícil, pero nunca nos faltó qué comer a ninguno”.

  • AlDia.cr
    Sólo pide que sus hijos la visiten hoy. Rafael Pacheco.
La mamá grande de Churuca

Es de baja estatura, porte elegante, cabello corto, recogido y blanco, pero sus ojos negros brillan cuando habla de sus retoños.

Dora Soto, de 84 años, ya no recuerda cuántos nietos tiene, pese a su lucidez. “Sé que son más de cien”, afirma sonriente esta vecina de San Rafael de Oreamuno.

“Es que mis catorce hijos, también han tenido muchos hijos”, añade.

Sólo tres de ellos nacieron en el hospital, incluyendo a Adrián Roberto, el cumiche, en parto forzado con 42 años.

Se levanta a las 5:30 a.m, asiste al centro diurno para personas de la tercera edad, donde hace ejercicio, departe con otros y baila. Por las tardes hace el jardín y descansa mientras disfruta viendo películas mexicanas.

  • AlDia.cr
    Yolanda con Soni hermano de Hannah. M. Aguilera.
Llora cuando Hannah pelea

A Yolanda Valle le duelen los golpes que en el ring recibe Hannah Gabriels.

Tanto es así, que la madre de la campeona, ni siquiera ve las peleas. Se encierra en su cuarto y llora mientras dura el combate.

“No soy partidaria del boxeo, no me gusta. Antes pedía a Dios que Windell no se hiciera boxeador y vea”.

Valle es madre de seis hijos. Además de Hannah y Windell, tiene a César, Dayana, Dorlie, Rohenna y Soni James.

“Cuando pelea la paso terrible, les alisto comida a todos, temprano y cuando se van... me encierro con la perra y me acuesto. Lloro y lloro y cuando llega me dice: ‘... ya ya.. tranquila... ya gané’”. “Pero no me gusta verla. Una vez fui y tampoco la vi. Pero le alisto la ropa, la maleta y estoy pendiente de la comida siempre. Ella y Windell comen... viera usted”.

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