Rodolfo Rodríguez L., colaborador
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Llegó la hora del duelo final entre los titanes de pesos pesados del Torneo Invierno 2010, la guerra de los felinos se define hoy en el Alejandro Morera Soto.
Los leones buscan recobrar de nuevo su trono. Son cinco los años que llevan en penurias, bajo la sombra, con el paso de siete entrenadores en medio de un cambio generacional; pero hoy esos cachorros tomaron la fuerza y madurez necesaria para volver a la final del fútbol nacional.
A su vez, el tigre herediano espera olvidar el circo que lo administra y los males que le provocaron en estos seis meses (atrasos salariales, huelgas, amenazas, separación y vuelta del técnico, cambios administrativos); generándole heridas dolorosas y profundas, convirtiéndolo en una fiera más peligrosa, con más fuerza y con ansias de derrotar a cualquiera que se le ponga enfrente, a base de pundonor.
En su guarida, el león con su potente rugido espera escucharse hasta el último rincón del país, mientras tanto, el tigre intentará dar el zarpazo y darle a su gente la tan esperada alegría.
Los tigres invocaron hasta “fantasmas” para el partido de hoy, pero la respuesta de los leones, fiel a su estilo, pareciera no importarles mucho lo que pase a su alrededor, excepto a la hora de pelear, capaz de rendir a cualquiera.
La fortaleza suprema del león en su casa (sólo San Carlos le ganó en el torneo), contra la destreza rojiamarilla de un cazador insaciable, sólo uno obtendrá la gloria de proclamarse campeón nacional.
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