Rodolfo Rodríguez L.
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La historia se escribe cerca del año 350 siendo obispo en Turquía. Nos referimos a Nicolás de Bari (Santa Claus), un hombre de familia acomodada que creció bajo los dictadores deseos de sus padres.

Su relación con los niños nace en una de las historias que indica que alguien acuchilló a varios niños, entonces el santo rezó por ellos y obtuvo su curación casi inmediata.

Su mítica fama de repartidor de obsequios se basa en otra historia, que cuenta que un empobrecido hombre padre de tres hijas, no podía casarlas por no tener patrimonio necesario, parecían condenadas a ser solteronas. Enterado de esto, Nicolás entró por la ventana de la casa y les entregó una bolsa llena de monedas de oro a cada una de ellas, al obtener la edad de casarse.

“Es un hombre de Dios del que se sabe era muy rico y que cuando llega al sacerdocio y el arzobispado, renuncia a sus bienes y los reparte en ayuda de los más pobres”, indicó el presbítero Alfonso Mora, de la Arquidiócesis de San José.

“Se dedicó en obras de caridad para enfermos, hospitalizados, encarcelados, gente desamparada; se le considera como patrono de los marineros también”, agregó Mora.

Pero ¿cómo se relaciona con los regalos de Navidad? En la antigüedad, en Roma, se realizaban fiestas -a mediados de diciembre- en honor a Saturno (Cronos para los griegos), al final de las cuales los niños recibían obsequios de todos los mayores.

Luego de sufrir varios cambios, hacia 1863, adquirió la actual fisonomía de gordo barbudo bonachón con la que más se le conoce.

A mediados del siglo XIX, dio origen de nuestro Papá Noel, que procedería del Polo Norte y se popularizaría completamente con los renos navideños como medio de trasporte para Santa Claus.

Es así como nace la historia del personaje más esperado de la época navideña.