Yariela Novo Cárdenas, colaboradora
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Acosta. - La ilusión de Jean Paul Morales de pasar la Navidad con su pequeño hijo se volvió una fantasía, cuando su compañera lo llamó para comunicarle que el pequeño había fallecido al caer a un balde que contenía agua con cloro, anteayer en la mañana.
El niño jueguetón, hiperactivo, a quien le gustaba jugar bola y sorprender con el baile, dejará de llenar su casa con el dinamismo con el que lo hacía todos los días.
“Era un terremoto, muy alegre, muy animoso, chichoso como el papá, pero podía levantarle el ánimo a todo el mundo”, dijo Jean Paul.
El “cachetón” de la casa, como le decía su papá, disfrutaba cuando lo correteaban y sobre todo cuando los tíos lo llevaban a pasear a la calle.
“La noticia de la llegada de él había sido un poco dura, pero con el tiempo ayudó a todos los que lo rodeábamos. Llegó con el propósito de crear un nuevo rumbo. Él me hizo levantarme y logró que la familia fuera más unida”, comentó el padre consternado.
Cuando la madre se enteró de que esperaba a su nuevo retoño, dejó de trabajar para entregarse completamente a su hijo. Ella laboraba en San José. Ahora los días serán más desoladores para ella.
Según el abuelo del niño, la ropa que dejó sin estrenar, los juguetes sin abrir en esta Navidad seguirán intactos en la casa y los guardarán para recordarlo como era.
“Él vino con un fin, hizo cambiar mucho a mi prima. Venía prestado, Dios nos lo prestó año y cuatro meses”, argumentó Xinia Mora, prima de la víctima.
La familia ya tenía planes para pasar la Navidad juntos, sin embargo, ahora no saben cómo pasarán estos días de tristeza. Con lo poco que hablaba, por su corta edad pidió una bola para hacer lo que más le gustaba en el patio de su casa: jugar al fútbol.
El pueblo de Acosta despidió al niño ayer en horas de la tarde, primero se ofició una misa en la iglesia de la localidad y luego fue trasladado al cementerio donde le dieron el último adiós.
Gran pérdida
Xinia Mora, prima.
La mamá dejó de trabajar para cuidar al bebé. Lo chineaba un montón. Dios lo mandó con un propósito”.
Raúl Mora, abuelo.
No hay palabras para describir a mi nieto. Era mis ojos, era mi luz. Le gustaba jugar con la bola y con los carros”.
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