Mauricio Astorga, actor
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México D.F. Por fin estamos en Sudáfrica. Después de un viaje, con tintes de odisea, de dos días, pasando por Miami y Londres, finalmente llegamos a Johannesburgo. El recibimiento no podía ser mejor.
Recién acabando de aterrizar, nos esperaba el juego de fogueo entre Dinamarca y los anfitriones, Sudáfrica, en la ciudad de Pretoria.
Les juro que nunca había vivido un ambiente como éste. Los sudafricanos son los aficionados más maravillosos del mundo. Primero, porque no paran de alentar a su equipo durante los noventa minutos de juego, conviertiéndose en la inspiración de su seleción. Y segundo, porque una vez terminado el partido, no paran de bailar y cantar por las calles, al ritmo de sus ya famosas vuvuzelas.
Ahora entiendo porque Joseph Blatter insistió tanto en hacer un mundial en África. Esta afición lo merece, es inevitable enamorarse de ellos.
Sudáfrica es un pueblo con muchas carencias y este Mundial no se puede comparar con la perfección en organización e infraestructura de Alemania, pero esto lo compensan con creces con el ambiente que se vive en las calles.
Este Mundial desde ya promete que será inolvidable.
Estoy seguro que lo que escriba será insuficiente para describir lo que se está viviendo aquí.
Nunca había visto tanta felicidad alrededor del fútbol.
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