Domingo 16 de mayo de 2010, San José, Costa Rica
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“Es como una terapia”
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    Los jugadores no apartan su mirada dela máquina y la mayoría encienden cigarros uno tras otro. Herberth Arley.
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Tiene 92 años, pero su visión, agilidad mental y pericia es la de alguien de 30 años. Rosario Barrantes, o “la abuelita del bingo”, como mejor se le conoce, no se pierde un día sin jugar en el Gran Bingo Multicolor ,en la Avenida Central.

Mientras conversaba con este diario, el jueves anterior, en el salón de bingo tradicional, no perdía el detalle de sus cartones. Con una voz femenina cantaba los números.

Ella, tan querida en el lugar, se enamoró del bingo desde que tenía 40 años, cuando acompañó a una amiga a un sitio de juego.

A Barrantes no le da temor perder su dinero, pero tampoco le desvela ganar. Simplemente lo hace porque le gusta y porque de esa manera se siente acompañada.

“Yo lo hago como una terapia. Aquí la paso muy bien, todos me chinean mucho y uno comparte con mucha gente”, dijo. Agregó que así no pasa sola en su casa.

Pasa muchas horas en el bingo. Ese día había llegado desde las 4 p.m. y a las 9 p.m. aún se encontraba jugando. “Me voy como a las 11 p.m. o un poco más”, relató.

Escape

La única distracción de Guiselle, (no dio su apellido), de 52 años, era su cigarro. No apartaba ni un segundo su mirada de la máquina electrónica de bingo y solo lo hacía cuando aspiraba el cigarro.

Juega desde hace un año y combina las máquinas con el bingo tradicional porque “gasta menos con los cartones”.

El juego para ella es un escape a la soledad.

“Usted se da una vuelta por el lugar y se da cuenta que solo personas mayores y solas vienen. Yo vivo con mis hijos , pero se van todo el día, y yo por qué me voy a quedar cuidando cuatro paredes, no es justo”,comentó.

“Mi esposo se fue con una mujer jovencita, y la verdad es que me distraigo con esto”, agregó.

Guiselle había llegado desde temprano, pues fue a la la Hora Santa en la Iglesia, y luego fue a ampararse en su distracción.

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