Domingo 24 de octubre de 2010, San José, Costa Rica
Sucesos | Ultrajadas por sospechoso de crimen en Juan Viñas vivieron horror
Violador en serie siempre asaltaba a sus víctimas
Lo encarcelaron para evitar que siguiera atacando / Se le vincula con al menos 6 casos
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    La rápida captura quería evitar nuevos ultrajes. Rafael Pacheco, foto con fines ilustrativos.
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    Aunque en 1993 García amenazó de muerte a sus víctimas si lo delataban, nunca lo concretó. Archivo.
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    La víctima: Johanna Ulloa A.
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    Vecinos de Juan Viñas, en Jiménez de Cartago, se unieron a la Policía en la búsqueda del asesino. Archivo.

Hugo Solano
hsolano@aldia.co.cr

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Solo cinco días bastaron al OIJ para detenerlo. Sus antecedentes obligaban a actuar cuanto antes. Su manía de robar le pasó de nuevo la factura.

El sospechoso de asesinar a Johanna Ulloa Avendaño, ama de casa que salió un jueves a clases de costura en Juan Viñas de Jiménez, nunca había llegado a ese extremo con otras cinco mujeres a las que violó en 1993.

El hombre, de 35 años, de apellido García, comenzó a purgar prisión a los 19 años. A esa edad el Tribunal Superior de Heredia lo condenó a 67 años de cárcel por cinco violaciones y robos agravados, así como privación de libertad agravada.

Todo se redujo a la pena máxima del aquel entonces que era de 25 años.

Antes de que cumplir la sentencia en octubre del 2009, fue liberado, pese a que había un dictamen de criminología que no lo recomendaba y a pesar de que se había fugado de la cárcel de Heredia e intentó huir a Nicaragua, de donde era oriundo su padre.

Su ritual

Dos colegialas, una enfermera, una mujer casada y otra estudiante narraron a los jueces en 1993 los horrores vividos a manos de García, a quien en aquella época se denominó el violador del cafetal.

Los cafetales de San Pablo, Santa Bárbara, Santo Domingo y Santa Rosa fueron el escenario de los violentos ultrajes y robos.

Actuaba entre las 4 p.m. y las 6 p.m. en parajes solitarios.

En calle Quirós de Santa Bárbara una mujer casada, de 22 años, iba para su casa cuando un desconocido le dijo “adiós” y donde ella volvió a ver, García le colocó el puñal en el cuello, le reventó la cadena que guardó en la bolsa del pantalón y luego la introdujo a un cafetal y la obligó a entregarle el dinero que llevaba.

Ella pensó que era un simple asalto, pero luego la obligó a acostarse y tras amenazarla, procedió a ultrajarla; cerca de ambos, clavado en el piso, estaba el puñal.

Una tarde, a las 4:20 p.m., una enfermera del Hospital de Niños sintió miedo por la soledad de un sitio y apuró el paso, hasta alcanzar a un sujeto joven, alto y delgado que iba adelante.

Esa mujer, de 35 años, no tan joven como el resto de víctimas, jamás imaginó que la seguridad que buscaba iba a ser su pesadilla. El ritual se repitió. La asaltó y la violó en tres ocasiones.

Igual suerte corrió una mujer que salió a dejar a su hermana, quien cargaba un bebé hacia la parada de buses de Santa Rosa. Les robó y con una prenda del niño amarró a la joven, mientras dejó libre a la madre y al pequeño.

Aunque ella corrió por ayuda, al llegar al sitio por su hermana, era tarde.

En menos de cuatro meses el sujeto cometió cinco ultrajes. Uno de ellos fue contra una menor de edad que iba acompañada por su primo, al que retuvo y amarró a un árbol. El muchacho lloró al ver a García ultrajar a la joven.

Esa vez fue detenido gracias a que en los archivos policiales estaba la foto y los datos del sujeto, ya que desde que era menor de edad tenía antecedentes por asaltos. Las víctimas lo reconocieron en fotografías y entonces la Policía lo detuvo.

En el juicio la enfermera, horrorizada, no pudo declarar frente al imputado. Ella señaló que también estuvo a punto de atacar a su cuñada y eso la motivó a denunciarlo.

La silenció

En el caso de Johanna Ulloa, la mujer de 24 años asesinada en Juan Viñas, el robo del celular, desde el que habría hecho llamadas, permitió a la Policía ubicarlo. Luego se encontraron prendas en su casa en La Aurora, Alajuelita.

Posteriormente se supo que en la cárcel pudo haber conocido a un allegado de la víctima que salió de prisión al mismo tiempo que él y le ofreció trabajo en la zona y así llegó a ese poblado.

Esa relación con su conocido, pudo motivarlo a callar a Johanna para siempre, tras interceptarla y violarla en un cafetal.

¿Reincidente?

Si los Tribunales de Cartago lo encuentran culpable, se expone a la pena máxima que ahora es de 50 años. Sería reincidente por homicidio calificado, violación y robo.

A dos hermanas les preguntó ¿dónde paraban los buses? Ellas le dijeron que las siguiera, que iban para la parada, pero de camino, puñal en mano, violó a una de ellas.

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