Neyssa Calvo Achoy
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Alonso Solís luce la camiseta número 10 del Saprissa y no es por casualidad, pues es aplaudido por su talento no solo dentro sino también fuera de la cancha.
Tener ese número en la espalda conlleva mucha responsabilidad y por eso se entrega al 100 por ciento.
Algo que puso en envidencia el “10” morado al emerger con fuerza y anotar hace unas semanas dos goles contra Limón tras su retiro de las canchas de año y 10 meses por una lesión en la rodilla.
Sin dudarlo siente que al anotar de nuevo renació, pues demostró que todavía hay Alonso y para mucho rato.
“Dios me dio la oportunidad de enseñarle a la gente que nunca hay que darse por vencido y no está acabado como lo pensaron. Con perseverancia se alcanza todo”, dijo con firmeza.
Ahora su siguiente meta es llegar a los 100 goles con su equipo de siempre: Saprissa, así como abrazar su título como bachiller el año entrante.
Con la humildad que lo caracteriza, Solís, siente que está en su mejor momento, pero reconoce que los últimos dos años no fueron tarea fácil.
“En ocasiones sentía que entrenaba y no avanzaba nada, pero aún así siguió dándolo todo”, recuerda el “Mariachi”, porque su familia ha estado ligado a esa música.
Una fascinación que ha estado presente en su vida tanto como el fútbol, pues desde que tenía 15 años ya soñaba con ser solista.
Ha sabido combinar bien las dos carreras y sin descuidar a ninguna.
Nunca ha sido muy hablantín, incluso desde que estaba en la escuela era demasiado callado, tranquilo y aunque buen estudiante, se la pasaba pateando bola y mejengueando todo el día.
Era muy flaco y con abundantes e indomables colochos. Algo que quedó atrás, pues si de algo se preocupa este popular futbolista es de salir a la calle bien presentado.
Sin vergüenza confiesa ser un metrosexual, pues si algo le gusta es verse bien.
“Soy muy vanidoso, uso cremas y me cuidado mucho en general”, confesó.
Así es, Alonso no es de comer comida chatarra y su buena condición física se lo debe a las horas de entrenamiento que dedica al día, no solo con el equipo, pues tiene un instructor personal.
A sus 32 años recién cumplidos no piensa en retirarse del fútbol y si algo le preocupa, es ser un mal ejemplo, en especial para los niños a quienes los motiva a ser positivo.
Tiene claro que es un figura pública y a pesar de ello no se reprime de nada.
“Disfruto cada día porque la vida es linda y corta, así que no veo porque limitarme al ser conocido. Soy bendecido porque tengo una familia, dos hijas y hago lo que más me gusta”.
Si algo tiene este josefino es un gran carisma, pues la gente se le acerca adonde quiera que vaya a lo que responde con una estrechón de manos o una sonrisa.
Su vida gira alrededor del balón, pero también se dedica a la administración de unos apartamentos y la sociedad con una empresa privada de seguridad.
En su tiempo libre es común verlo con guitarra en mano componiendo alguna canción, ir al cine, jugar baloncesto o tenis y sobre todo, trabajar para la fundación que abrió para darle una mano a jóvenes de bajos recursos para que estudien.
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