Nueva York, 26 Ago 2011 / AFP - Los ataques terroristas del 11 de septiembre colocaron a la psiquiatría ante un desafío de magnitudes insospechadas, con miles de personas afectadas con trastornos por estrés postraumático que aún luchan para superar los fantasmas del pasado.
Un ejemplo sorprendente de la persistencia del estrés traumático diez años después de los atentados del World trade Center tuvo lugar el martes pasado durante el sismo registrado en la costa este de Estados Unidos y que se sintió en Nueva York, provocando la evacuación espontánea de muchos edificios.
"Pensando en la gente que quedó aterrorizada luego del 11 de septiembre, algo fascinante tuvo lugar el martes. Tuvimos un pequeño sismo en Nueva York y mucha gente que conozco experimentó respuestas traumáticas", dijo el doctor Jacob Ham, a cargo del programa de Recuperación Emocional y Resistencia al Estrés Traumático en el Beth Israel Medical Center.
"La primera cosa que vino a sus mentes fue "Oh, Dios mío, hay otro ataque, ¿qué está pasando?"", explicó el doctor Ham en referencia a los síntomas de trastorno por estrés postraumático (PTSD, según sus siglas en inglés), que salieron a flote de manera inconsciente con ese leve terremoto.
El PTSD es el tipo más común de psicopatología experimentada tras un acontecimiento traumático de gran escala, como fueron los ataques del 11 de septiembre de 2001. Su concepto fue lanzado en 1978 por el profesor en salud mental Charles Figley en un libro sobre los veteranos de la Guerra de Vietnam.
Según el Instituto Nacional estadounidense de Salud Mental, el PTSD está clasificado dentro del grupo de los trastornos de ansiedad y las personas que los sufren sienten estrés o miedo en situaciones en las cuales no existe peligro alguno para su integrida física o psicológica.
El Departamento de Salud de Nueva York acaba de lanzar su tercer sondeo para conocer la condición mental y física de más de 70.000 personas expuestas a los ataques del 11 de septiembre.
"Sólo ahora ha pasado tiempo suficiente para empezar a investigar potenciales efectos tardíos o a largo plazo en la salud asociados con la exposición al World Trade Center", dijo el jefe de ese departamento, Thomas Farley, en un comunicado.
El cuestionario incluye preguntas sobre experiencias de depresión, ansiedad y estrés traumático antes y después del 11 de septiembre, precisamente con el objetivo de determinar y entender el impacto de la tragedia a largo plazo en la salud mental.
Las cifras oficiales de la ciudad de Nueva York muestran que al menos 10.000 bomberos, policías y civiles expuestos a los ataques terroristas han experimentado PTSD, la secuela psicológica más común que dejó el 11 de septiembre.
Extrapolando estos números, el Departamento de Salud de Nueva York estima que 61.000 de las 409.000 personas que estaban en el área donde tuvo lugar la tragedia "probablemente" experimentaron síntomas de PTSD en los seis años posteriores a los ataques.
De su lado, la revista American Psychologist analiza en una edición especial el trauma vivido por el 11-S y el trabajo de la psicología tras los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono.
"La evidencia recogida apoya la conclusión de que la carga de PTSD en las personas expuestas al 11 de septiembre ha sido sustancial y duradera", indican los expertos Yuval Nuria y Ben Adams (Universidad de Columbia) y Laura DiGrande (Departamento de Salud e Higiene Mental de Nueva York) en uno de los artículos.
Otra experta, Roxane Cohen Silver (Universidad de California) va más lejos y afirma que los estadounidenses son "diferentes ahora".
En efecto, y como recuerda el profesor en psicología G. Scott Morgan, de la Universidad de Drew, el 11 de septiembre de 2001 "el pueblo estadounidense fue expulsado de Disneyland".
"Los ataques del 11 de septiembre marcaron el final de la percepción de invulnerabilidad y libertad de los estadounidenses", dice este experto.
Enfermera en el hospital Beth Israel desde hace 25 años, Beth Faitelewicz vive con su marido y tres hijos cerca del lugar donde se encontraban las Torres Gemelas y la reacción y las huellas que ha dejado el 11 de septiembre en cada miembro de la familia ha sido muy diversa.
Beth, de 50 años, dice no haber sufrido de estrés postraumático, aunque su marido sí lo experimenta, lo cual finalmente la afecta también a ella. "Cuando una persona de la familia está afectada, todos estamos afectados", explica.
"Nunca busqué ayuda, debería ir quizás, pero nunca fui. Trato de enfrentar las cosas día a día. Tenía que ser fuerte, soy la mamá", cuenta a la AFP Beth.
Si los ataques dejaron una marca difícil de borrar, diez años después los estadounidenses parecen haber recuperado parte de su tranquilidad tras la paranoia que siguió el 11 de septiembre, aseguran Leonie Huddy y Stanley Feldman, de la Stony Brook University, en otro artículo de la revista.
Según sondeos que citan estos expertos, meses despues de los ataques contra las Torres Gemelas el 68% de los estadounidenses sentía el riesgo de un ataque terrorista, un porcentaje que se redujo a 33% actualmente.