Ana Coralia Fernández

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Fiestas patronales de Santo Cristo de Esquipulas. Bombetas, carretas, procesiones, mascaradas.

¡Vienen los payasos! gritan los chiquillos y aunque ahora no dan chilillazos como antes, siempre que a uno lo persiga la muerte o una giganta dan ganas de salir corriendo.

De pronto que viene el diablo y en media corredera se detiene. Se quita la máscara y contesta una llamada por celular con esa parte de humanidad que tiene todo demonio.

Con la cabeza en la mano, sigue conversando absorto en la llamada, mientras el resto de sus congéneres de ‘chuica’ y pasta corretean a la gente y le pegan susto a los bebés.

¿Con quién hablará el diablo?- pienso detrás de mi sonrisa. ¿A quién llamaría el ‘cachudo’?

Se me vienen algunos nombres a la cabeza y hasta rostros y personas de carne y hueso.

Imagino que preguntaría por esos negocios raros que todavía no se conocen y por el crimen que impune, desafía a las personas justas y decentes.

Seguro que atisba muy de cerca a los que trafican con niños y con droga, a los que viven de mojar el billete para que quede limpio, a los que tienen garras para el arpa.

¡Pobre diablo!, me digo mientras lo veo cabizbajo sosteniendo los cachillos.

¡Ni siquiera puede puede andar tranquilo sin que haciendo lo que más le gusta, lo mortifique una llamada y le quite la paz!