Con la sonrisa de oreja a oreja, el presentador de televisión “Kiko” Robles cuenta los días y las horas para dar el “sí” a su novia de origen uruguayo, Ana María González.
La fecha de la ceremonia es el sábado 24 de setiembre, algo que tiene muy ocupado al conductor de “Combate”, quien divide su tiempo en tres: la televisión, su hijo Sebastián y los preparativos de la boda.
“Estoy súper ansioso y nervioso, me había casado antes en 1999, pero no recuerdo nada, ahora me siento como un carajillo con uso de razón, disfruto mucho de mi hijo, mi familia, las Relaciones Públicas y el programa, siento que no me falta nada”, dijo Robles quien en varias ocasiones recibía reportes por teléfono de los detalles del casamiento, mientras respondía a las preguntas.
Dentro de los planes de la celebración se conoció que Bahamas será el lugar donde pasarán su luna de miel, además el conjunto Rrequete animará la velada con su música y el padrino de la boda es el animador de Teletica Mauricio Hoffman, dicho sea de paso, el mejor amigo de Federico.
Un mismo producto
Hace cinco años la vida le cambió por completo al someterse a una cirugía de “by pass” gástrico, sus 323 libras quedaron en el olvido y ahora el oriundo del barrio La Granja de San Pedro de Montes de Oca dice haber nacido de nuevo.
“Aparte de la configuración del cuerpo, también cambió mi visión, la perspectiva de vida, aunque sigo siendo el mismo producto, solo que en diferente empaque”, recalcó.
Al volverse “flaco”, el mismo Robles cuenta que lo más difícil fue luchar con el estereotipo de la gente que decía cosas como, “que le pateó el trasero a la mujer al sentirse guapo y se divorció”, algo que le ayudó a fortalecerse internamente y compartir más tiempo con su hijo, quien es su mejor experiencia de vida.
Fuera de la pantalla
De pequeño dice haber sido aparte de gordo, dicharachero, necio y jupón, pero sobre todo muy amiguero.
Terminó la secundaria en el colegio de sacerdotes, Salesiano Don Bosco, etapa importante de su vida, donde además de formar sus valores, también lo llevó a jugar en el equipo de baloncesto, incluso saliendo del país en varias ocasiones.
Fue estudiante de Aviación, en su familia hay seis pilotos, he ahí su sueño. “Me gustaría volar mi propio avión”. “Kiko” también estudió Administración Turística con énfasis en Hotelería, pero en ese momento las oportunidades laborales no lo dejaron concluir.
Como padre dice haberse ganado la confianza de su hijo de 12 años, hablando sin tapujos, hoy son amigos y cómplices, “es mi motorcito”, sumó.
Amante del cine, los mariscos, el buen ron y todo lo que sea compartir en familia, Robles aprovecha su tiempo libres para disfrutar junto a su retoño de los deportes de motor, ya sea andar en motocicleta o ir a competir en Go-Karts.
Se ve en un futuro con canas, viajando, felizmente casado, pero sobre todo con otro hijo, los nombres ya están escogidos: María Victoria o Javier.