Ashdod, Israel/ AP.- Ciertas tardes cada mes, algunas de las figuras más prominentes y acaudaladas de Israel se aglomeran en la sala en un humilde apartamento de esta pequeña ciudad junto al mar, a la espera de ser recibidos por un rabino al que consideran consejero, gurú o adivinador.
Yoshiyahu Pinto, de figura encorvada, larga barba y cabello deshilachado, luce más viejo que sus 38 años y habla en un susurro apenas perceptible.
Su insólito ascenso ha convertido a este apartamento de muebles ordinarios en un punto de encuentro de personajes ricos y poderosos, entre ellos un exministro de defensa que jura haber sido resucitado de un coma gracias al rabino y un magnate de bienes raíces, el cual asegura que el líder religioso le evitó millonarias pérdidas al aconsejarle que se abstuviera de una dudosa inversión.
Buscan consejos
Sus seguidores acuden al rabino en busca de consejo, ya sea para asuntos de trabajo, financieros o sobre sus vidas personales, aunque Pinto nunca ha estudiado finanzas y ni siquiera fue a la universidad. Pero tiene una sabiduría eterna, opina el empresario israelí Ilán Ben-Dov, accionista mayoritario de la compañía de telefonía celular Partner y quien ha estado recibiendo consejos del rabino desde hace cinco años.
La sabiduría la saca no sólo de su experiencia personal, sino de todas las generaciones que le precedieron, dijo Ben-Dov.
La veneración de rabinos supuestamente dotados con poderes extraordinarios es una tradición antigua en el judaísmo, un fenómeno algo incongruente dada la arraigada tradición racionalista de esa religión. En Israel, el fenómeno hasta ahora se limitaba principalmente a los judíos sefardíes de ascendencia árabe, pero en años recientes, se ha colado entre la élite laica y han atraído la atención en torno a un grupo reducido de rabinos a quienes se les atribuyen poderes místicos.
Ellos hasta contratan personal de relaciones públicas para lidiar con las exigencias de su nueva notoriedad.