Miércoles 28 de septiembre de 2011, Costa Rica

Estadio Nacional

Bajaron los dioses del rock

Isaac Lobo

ilobo@aldia.co.cr

La invitación decía: despedida de Judas Priest y como sucede en este tipo de celebraciones (de soltera y de amigos), todo el mundo hizo loco.

Miles de fanáticos no podían perder la oportunidad de sentir el acero y estar al lado de los llamados “Dioses del rock”, anoche, en una fecha inolvidable del “Epitaph Tour”.

Planteado como el adiós a las grandes giras mundiales, la banda inglesa que le enseñó el camino al heavy metal retumbó anoche el Estadio Nacional y a un sin número de “camisas negras”.

Ya Rod Halford lo había dicho, esta noche sería inolvidable y así fue. Tocaron como si no existiera un mañana. Solo la retina de quienes estuvieron allí saben lo bueno que estuvo.

Empezó la acción

Los nacionales de Dominage salieron a tarima a las 6:15 p.m., casi a las 7 p.m. Metal House y a las 7:20 p.m., cerró Pneuma. Los tres grupos sacaron la cara por Costa Rica, mil puntos para ellos.

La temperatura subió definitivamente con Whitesnake, quien salió a las 7:40 p.m.

La gente lo recibió como lo que es: un grupo del legendario comandado por David Coverdale quien a pesar de ser el único miembro original hizo una excelente mancuerna con sus guitarrista de amplio curriculum.

Reb Beach por ejemplo estuvo en Twisted Sister y Alice Cooper y Doug Aldrich en Dio. El baterista Brian Tichy no se quedó atrás pues casi destrozó los bolillos en un bestial solo.

Whitesnake repasó sus viejos éxitos como “Here I go again”, “Is this love” y “Still of the night” así como canciones de su más reciente álbum “Nevermore” del 2010.

Coverdale ya de 60 años, sigue siendo un gran cantante, pero el tiempo pasa la factura, pues aunque él haya engañado a los años con operaciones y botox su voz no es la misma. Tocaron “Burn/Stormbringer”, de la etapa de Coverdale en Deep Purple y un estallido de emoción.

Llegó el monstruo

A las 9:35 p.m. bajó el telón para el plato fuerte de la noche : Judas Priest que arrancó con todo con “Rapid fire” y no paró en dos horas y media de “show”.

Los ingleses interpretaron canciones de todos sus discos, hasta “Nostradamus” (2008). El sonido fue extremadamente fuerte y se nota el colmillo y la potencia de un grupo que lleva 40 años sobre los escenarios.

Halford, aunque no se mueve mucho, sigue embrujando, vestido totalmente de cuero. Él impuso esa moda y se quedó.

Aparte de los himnos ineludibles como “Metal gods”, “Diamonds and rust” y “Electric eye”, destacaron “Never satisfied” y “Starbreaker”. El punto cúlmine fue la desatada versión de “Breaking the law” y “Paintkiller”. Llegó la infaltable Harley en “Hell bent”, pero por dicha no se cayó como en Brasil y cerraron con la fiestera “Another Thing”.

Lo bueno y lo malo

Excelente organización, la gente ingresó sin ningún contratiempo.

El sonido estuvo muy bien, casi impecable.

El público disfrutó a los grande, pero la gran distancia de la gradería y la tarima hace que se note algo frío.

Habían muchos basureros y gente recogiendo basura.

Es increíble lo cara que es la comida en los conciertos, una botella de agua que en todo lado cuesta ¢500 aquí tenía un valor de ¢2 mil.

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  • Disfrute escenas del espectáculo en el Estadio Naciona. Imágenes de Roberto Cruz.

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