La enfermera Gerónima Mendoza Vargas, de 26 años, se creyó morir cuando tres delincuentes que la interceptaron para robarle el Mitsubishi Sport que conducía la atacaron, primero a puñetazos y de seguido a balazos.
Nunca opuso resistencia. Ni siquiera estaba armada.
Pese a estar indefensa, recibió un balazo en la mejilla izquierda, otro en el hombro izquierdo y uno más en la muñeca derecha.
Todas esas heridas son superficiales, por lo que los médicos del Hospital de San Carlos le dieron de alta la madrugada de ayer.
Mendoza fue atacada a las 11 p.m. del miércoles a la entrada del caserío Caimitos, en el distrito de Florencia, San Carlos.
Su esposo, Agustín Cabalceta, dijo que los delincuentes atravesaron en la vía el auto negro en el que viajaban para obligar a la víctima a detenerse. “Ella me cuenta que dos tipos bajaron del carro y sin decir palabra, empezaron a dispararle no con la intención de asustarla, sino de matarla”, contó ayer aún sorprendido.
Aunque intentaron meter a la mujer a su vehículo, ella pidió ayuda a gritos y su esposo salió para auxiliarla. El carro robado apareció ayer en una finca.