Jueves 7 de junio de 2012, Costa Rica

Ahora es muy selectiva

“Dicen que soy una abuela”

Isaac Lobo

ilobo@aldia.co.cr

Keylin Castro está cansada de los hombres que llegan a buscarla con otras intenciones: ella quiere algo serio. Lleva un año sin novio, pero tampoco es una situación que le quite el sueño, porque confesó que ni sale, a tal punto de que sus amigas la llaman “abuela”.

Su cabello de color negro parece coincidir con la nueva imagen que pretende proyectar: más elegante, lejos de la sexual rubia de antaño.

¿Ya no modela lencería?

No. Solo desfilo en traje de baño. Esto es parte de la nueva Keylin. Aun la gente no me entiende, porque me gritan “mucha ropa”.

¿Por qué se cambió el color del pelo?

Porque desde que participé en Tica Linda en el 2001, era rubia, me cansé. Quedé muy contenta con este color chocolate, incluso mis colegas me dicen que me veo más elegante y joven, ciertas marcas lo prefieren así.

¿Ya no quiere ser la rubia “sexapilosa”?

No, aunque el rubio me hacía ver más sexy ya no quiero ser así.

¿Qué prejuicios tiene la gente de las modelos?

La gente cree que las modelos somos golfas. Es por eso que muchas debemos marcar la diferencia y no hacerle caso a esos comentarios. La gente debería de no juzgar a la persona sin tan siquiera conocer a los demás. También creen que andamos con hombres por dinero. A mí me gustan los hombres normales, que no trabajen en lo mismo que yo, porque me gustan inteligentes, con experiencia y maduros.

¿Qué opina de la gente que asegura que aquí no hay modelos?

Si las hay, pero para nuestro mercado. Somos latinas, bajitas y con curvas. Aquí no hay una industria grande de la moda, hay diseñadores, sí, buenos, pero les dan poco apoyo. A mí me habría encantado ser alta e incluso participar en Miss Costa Rica, pero nunca podré hacerlo.

¿Algunos de estos comentarios la enojan?

Enojar, enojar no, uno se acostumbra y aprende a no tomarles importancia.

¿Ha madurado?

Sí, a la fuerza, hace dos años y dos meses cuando viví la experiencia de que mi exnovio se suicidara al frente mío. Eso me hizo cambiar. Uno aprende lamentablemente de los golpes de la vida, de los momentos duros.

¿Entre sus “colegas” hay mucha envidia?

Claro, pero la hay en todo lado.

¿Por qué?

Porque nos vemos como competencia. Toda mujer es linda y cada una tiene lo suyo, no deberían de sentir envidia.

¿Algún ejemplo?

Pasó en una Exponovia, yo ya estaba contratada y me llamó el cliente y me dijo que no fuera, porque una colega le contó que yo tomaba y dejaba botados los trabajos porque llegaba borracha. ¡Yo ni siquiera tomo!

¿No toma?

Ni una gota. A mí me dicen que soy un abuela, porque nunca me ven en bares. Solo a cumpleaños.

¿Volvió con el novio?

No. Tengo un año de estar soltera. No tengo novio y no está en mis planes. En este momento son otras mis prioridades.

¿Para casarse?

No para casarme, pero sí algo formal. El hombre que me vuelve loca es mi sobrino.

¿Tiene pretendientes?

Claro, aunque uno vaya al supermercado le dicen cosas. Me he vuelto muy estricta conmigo mismo. Me afectó la muerte de mi novio y la separación de mi “ex” de 3 años. Pero no le cierro las puertas al amor.

¿Los hombre llegan con otras intensiones?

Siento que a toda mujer le pasa eso. No quiero que se fijen en mí sexualmente, aunque el hombre ve mucho el físico, me gustaría que me conocieran más allá.

¿Qué requisitos pide?

Que sea profesional, me gustan los hombres atentos, detallistas, que tengan la iniciativa, que sepan cocinar. Que sean espirituales, pues pueden tener todo y si nos vacíos no me interesan. Quiero una persona llena de Dios.

¿Cuánto duró en salir del duelo?

Un año, pero eso ya fue prueba superada. Lo que si me pasó es que no puedo ver películas de miedo, ni películas o novelas donde hayan armas. Fui ver a “Titanic” y la parte que un tipo se suicida me trajo muy malos recuerdos.

Le lleva flores a su “ex”?

No, porque él está enterrado en Guápiles. Cuando estaba con la psicóloga me dijo que no era recomendable, él está con Dios.

¿Reza por él?

A veces, pero cuando cumple años de fallecido mi mamá y yo le pagamos una misa.