Cuando llega el sábado, Félix Mauricio Sosa deja atrás el frijolar, la siembra de arroz, o incluso las chápeas de las fincas, en La Victoria de Upala.
Félix cambia el machete por el guante de béisbol y camina por cinco horas hasta el centro de Upala, para asistir al entrenamiento del equipo de “béis”.
“No me da pereza, ni me da miedo. Es por camino de lastre. Muy pocas veces me encuentro algún “ride” hasta Upala, por lo que tengo que caminar, hasta llegar al entrenamiento”.
Sosa, con 18 años, le hace frente a la vida con ¢28 mil de salario por semana, los cuales a veces le hacen falta cuando asiste a los juegos con su cantón.
“Me gusta el béisbol, es un deporte muy lindo. Mis padres están orgullosos y me apoyan”.
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