Domingo 13 de noviembre de 2011, Costa Rica

Chef

Doris Goldgewicht

Rodolfo Rodríguez

rodolfo.rodriguez@aldia.co.cr

En vez de chef prefiere que le digan cocinera, su platillo favorito es el pinto y su forma de ser en las cámaras la ha llevado a ganarse el cariño de mucha gente que la sigue.

Doris Goldgewicht nos invitó a descubrir muchos de sus secretos y ocupaciones.

¿Cómo inició en la cocina?

Me enseñó mi nana “Ata” que estuvo en casa más de 60 años. Me dejaba entrar a la cocina, ella aprendió de mi papá, él tenía el don en la sangre, porque mi abuela era una experta; vendía repostería en una canasta por toda la Avenida Central y muchos la recuerdan todavía, así que tengo raíces.

¿Cuándo tomó la decisión?

Trabajaba muy fuerte en la psicología y con pacientes muy complicados, me empecé a ver afectada, entonces me mandaron a descansar tres meses y seguí descansando; empecé a instruirme hasta que llegué a La Nación (1995).

¿Cómo llegó a la televisión?

Me invitaron a hacer chocolates para “Nuestro Mundo” de canal 2 y de ahí la historia es larga. En “Sabores” llevo ya más de un año y ahora mi nuevo proyecto: “Gusto y Sazón” que sale los viernes cada 15 días en “Buen Día” y Telenoticias.

¿Cuál es el objetivo?

Yo tengo un sueño, que es rescatar todos los lugares que vendan comida costarricense tradicional. Irme por todo el país a visitar esos lugares y empezar a valorar sus platos, para que el día de mañana cada restaurante al menos tenga tres recetas de comida tica, esa es mi meta de aquí al futuro.

¿Qué no conocemos de Doris?

Soy caminante, buceo, me encanta viajar, leer, ver películas en casa y bailar. Salgo a correr, hago pilates y pesas dos días a la semana, ahora estoy fascinada con la fotografía.

¿Frase preferida?

“Si tengo manos que trabajan puedo poner una industria”.

¿Qué no comería?

Vísceras.

¿Un recuerdo?

No éramos millonarios pero mis papás podían comprarnos un par de zapatos blancos y negros de charol, claro los zapatos tenían que durar un año, por eso tengo los dedos de los pies doblados, porque me crecía el pie y no había plata para más.