La Guácima, Alajuela Con un loquísimo vestido azul bombacho y pantis negras, la excéntrica y singular cantante islandesa, Björk, hizo suyo el Festival Imperial con su potente voz.
Acompañada por un grupo de coristas igual de sicodélicas que ella, con trajes dorados y azules, y con el acompañamiento de un DJ, la vocalista realizó una combinación de sus mejores canciones en los géneros electrónico y alternativo.
El trance del sonido, su voz y el infestante e impregnante olor a marihuana, hizo que muchos de los presentes más bien parecieran marionetas que se dejaban llevar por el “ride” que estaban viviendo en el concierto con Björk.
Cada movimiento y grito de la solista, era aplaudido y vitoreado por el millar de personas colocados frente a la tarima este del festival en La Guácima.
Las extravagantes figuras que se desplegaban en las pantallas colocadas a los lados y atrás de la vocalista, montaron en un viaje al público, desde que inicio su presentación, hasta que finalizó.
Los fans de la europea la amaron y aplaudieron aún más, cada vez que esta decía en un perfecto español “Gracias”, al concluir cada una de sus canciones.
El envolvente y sobresaliente sonido, uno de los puntos destacables de la organización, hacían que más de uno bailara a un ritmo suave y descoordinado, probablemente dejándose llevar por el efusivo ambiente.
No hay duda que la gran calidad de su “show” y potencia de su voz famosas en el mundo, cautivaron al pueblo tico que por primera vez, pudo apreciarla.
La hora y media que duró la presentación de Björk, convirtió en un completo pandemonio el lugar, previo a la presentación del grupo estadounidense, LMFAO.
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