Nacionales
Sábado 8 de septiembre de 2012, Costa Rica

298 personas no han vuelto a sus casas en Guanacaste

Temor hace que sigan en albergues

Andrés Garita, corresponsal GN y Cinthya Bran

cinthya.bran@nacion.com

Nicoya.- Cada vez que mira su mano recuerda cómo se cortó. Fue mientras se sostenía de una verja para evitar ser aplastada por quienes corrían tratando de salir de la Municipalidad de Nicoya en pleno terremoto.

Francisca Chavarría, de 85 años, recordó ese momento como si lo estuviera viviendo, aunque confiesa que le sintió más temor al evento de 1950. Ella es de las pocas personas que no abandonó su casa mientras que 51 de sus vecinos decidieron albergarse por temor en el Salón Comunal de Montañita en San Antonio de Nicoya, Guanacaste.

Vera Chavarría, presidenta de la Asociación de Desarrollo de Las Montañitas, explicó que los habitantes de doce casas abandonadas, no han regresado por temor a quedar enterrados si sucede otro sismo de igual o mayor intensidad que el del miércoles.

Labores en Puntarenas

Miembros del Instituto Nacional de Seguros (INS), ingenieros de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) y personeros de salud ocupacional ingresaron ayer al edificio del hospital Monseñor Sanabria, para valorar nuevamente los daños.

De igual manera, se revisó la afectación del edificio de los Tribunales de Justicia. Inspectores encontraron daños secundarios -no estructurales -que serán reparados este fin de semana.

El lunes se reanudarán las labores normalmente en los Tribunales de Justicia de Puntarenas.

“Venir aquí es tan triste”

Luego del terremoto ocurrido el miércoles, el cementerio municipal de Grecia en Alajuela, sufrió serios daños en unas 40 bóvedas; algunas tienen grietas, otras se volcaron y otras más quedaron abiertas.

Una de las tumbas abiertas fue la de la hija de Emidey Ávila Vargas, de Puente de Piedra de Grecia, a quien enterró hace 12 años.

Ávila se presentó ayer al cementerio para confirmar que se tratara de la bóveda de su hija. Ahora solo le queda esperar, con dolor, el reubicar los restos de su hija.

“Tener que venir al cementerio es tan triste, es como devolver el tiempo y decir que estoy viviendo otra vez la muerte de mi chiquita. Ahora estamos esperando que nos den los permisos para ver qué podemos hacer”, manifestó Ávila.